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domingo, 13 de marzo de 2016

La Crónica: Comienza la Semana Santa


Blas J. Muñoz. Luce el azul en el cielo cuando despierta la mañana. No hace dos años justos, no es 6 de abril ni estamos en 2014, pero no puedo evitar recordar instintivamente aquel Domingo de Pasión en que, cuando redobló el tambor en el coro de la Compañía, las manos de Marcos llamaban a la vida y no sabía que quedaban menos de tres días para tenerlo en mis brazos. La Semana Santa se escribe en recuerdos como ése, de los que nunca se borran y te atan a esta vida que tuviste la suerte de elegir.

El camino me lleva por los ecos del pregón de la noche anterior. Tal vez (mejor dicho, seguramente), las ganas renovadas se las debo al pregonero y en los auriculares suena por primera vez en la Cuaresma una marcha y es de Pedro Morales. El día avanza y sigue azul. Un presagio de ciudad ganada a su historia con su aroma de Catedral en el horizonte, al sur de su frente bronceada por los siglos.

Hacia ella parten los Titulares de la Borriquita y, de vuelta, ya será Domingo de Ramos, de Palmas, con Caído y Fuensanta caminando en las mismas puertas de la Jerusalén celeste y, en cualquier esquina de cualquier calle, alguien sentirá la emoción que traen los días Santos, los que parecen regalarte otra vida tan distinta. 

Horas antes, el concierto de la Banda de la Estrella ha enmarcado la presentación del cartel del Resucitado que han hecho dos amigos, para qué negarlo. Y una fotografía me ha sorprendido y alegrado, viendo a Álvaro recoger su premio. Todo esta comenzando ya, el ritual de las horas como en aquellas Cuaresmas adolescentes que nunca terminaban y que, los años, me enseñaron a disfrutarlas con la mesura de quien toma el cáliz que quiso escoger libremente.

En Franciscanos, en mi antiguo barrio, la procesión infantil demuestra que todo no esta perdido. Que hay una brasa de ilusión que no se apaga. El horizonte sigue azul. Al este de la frente de la ciudad, su piel se tersa y una sensación de alegría se vuelve imperecedera, mientras al sur, la Virgen de la Palma atraviesa el Arco de las Bendiciones, el mismo que será Puerta de las Palmas.

La noche ha caído suave como un cuento de la edad del jazz. Los felices veinte se transforman en el rigor decimonónico y viaja al Manierismo de otro tiempo. He llegado corriendo y mi aliento se detiene ante su mirada. Recuerdo cada levantá de hace siglos. Recuerdo aquella Pascua de Resurrección cuando desanduve el camino para despedirla. El Vía Crucis ha llevado al Señor del Santo Sepulcro a su catafalco. Y la Salve se entona en el honor de Ella que tanto me conoce.

Miro a Victoria y quiero contarle todo lo que estoy callando. No hace falta, ellas lo saben. Marcos duerme y la ciudad se sigue vistiendo de Semana Santa. Los mismos que la negaron quieren reconocerla y usarla, pero nadie usurpará lo que es nuestro, mientras quede uno solo para denunciarlo. Comienza -ya ha comenzado- la Semana Santa en su víspera inmediata de lunas. Esta noche todo ha cambiado.










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