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jueves, 30 de junio de 2016

Verde Esperanza: Al otro lado de la frontera


Especialmente entre aquellos que no sean de la zona del Campo de Gibraltar es habitual el pensamiento de que todo lo que encierra el pequeño territorio británico peninsular es negativo. Quieren que los gibraltareños y los españoles seamos enemigos. Lógica consecuencia de lo que las televisiones transmiten a su audiencia. Conflictos, largas colas para acceder al Peñón, dimes y diretes entre mandatarios de uno y otro lado son los temas más populares para tratar sobre Gibraltar. Y, por supuesto, en los últimos días el desastroso "Brexit", tan perjudicial de un lado y del otro de la frontera. Pero las cosas se ven de forma distinta desde la ciudad en la que vivo y la que me vio nacer, único acceso terrestre al Peñón de Gibraltar: La Línea de la Concepción, mi bendita tierra, y una ciudad también muy castigada mediáticamente, como Gibraltar -curiosa casualidad-. 

Y es que varios miles de linenses cruzan a diario la frontera para ir a ganarse el sueldo al territorio inglés, obligados por la asfixiante tasa de paro de la zona, que no deja otra salida que buscarse el pan donde buenamente se puede. Por mucho que quieran vendernos desde los medios de comunicación que hemos de estar enemistados españoles y "llanitos", lo cierto es que somos pueblos hermanos, y ambos nos beneficiamos del otro. Lo que se llama una relación de simbiosis. Mi opinión sobre el fondo de la cuestión es clara. Imbéciles hay en todos lados, al otro lado de la verja y a este, también. Los primeros, los políticos. Todos. Los que se empeñan en emprender cruzadas de otros siglos y los que tratan de enturbiar la relación humildemente bondadosa entre ambos pueblos. Como es obvio para cualquier mente normal, hay excelentes personas más allá de la frontera, igual que las hay aquí.

De esos miles de linenses que se desplazan hacia el territorio vecino a buscarse la vida, muchos de ellos son hermanos de mi Cofradía, incluso compañeros de la cuadrilla del Señor. Y para los que hablan -sin saber- de supuestos problemas de adaptación de los gibraltareños hacia España, quizá gusten de saber que hay costaleros, y de los buenos, de la Esperanza que proceden del Peñón, como mi buen amigo Mark, o quizá quiera dirigir la vista a cualquier parte bordada del palio de la dolorosa de Ortega Brú.



Lo que pocos saben es que el creador del majestuoso manto que se puede observar justo arriba es Jorge. Jorge Berkinshaw. Quien, como sospecharán, es natural de Gibraltar, y es el director del taller de bordado de la Hermandad desde sus inicios en 1986, de donde ha salido todo el bordado del techo de palio que puede observarse, así como el estandarte corporativo y otras obras de incalculable valor. Miembro durante muchos años de la Junta de Gobierno es, junto a un nutrido grupo de vecinos y vecinas de la barriada durante varias décadas, uno de los mayores responsables de que el patrimonio artístico de la Cofradía sea el que es a día de hoy. Actualmente es el vestidor de la Reina de los corazones verdes, y responsable directo de que luzca tan bella como sólo él sabe hacerla lucir gracias a sus privilegiadas manos. Vaya desde estas líneas mi afectuoso homenaje a, sobre todo, una persona excepcional. El arquitecto del palio de ensueño de la Esperanza.

Por todo esto, y muchas cosas más, cuando desde cualquier lugar de mi privilegiado rinconcito del sur dirigo mi vista al Peñón, no hay lugar para el recelo en la mirada, sino más bien un sentimiento de hermandad, o de Hermandad, como usted prefiera. Al otro lado de la frontera también hay cofrades. Tomen buena nota todos aquellos que se limiten a formar su opinión en base de lo que sale por  televisión. No se dejen manipular.


José Barea



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