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miércoles, 11 de enero de 2017

Crónica insólita del Lunes Santo de 1982


Carlos Gomez. El paso del tiempo, el devenir de los acontecimientos, es en muchas ocasiones el único juez imperecedero capaz de situarnos frente a frente con nosotros mismos, con nuestra propia identidad. El único capaz de evidenciar nuestra realidad contemporánea para dilucidar hacia dónde caminamos a partir del análisis y el conocimiento más o menos profundo del punto desde el que venimos. 

Cuando se juzga el presente, resulta imprescindible conocer el pasado sobre el que este fue construido, a costa del esfuerzo en muchas ocasiones injustamente tratado, de quienes nos precedieron. De ahí que el Rincón de la Memoria se halle rescatando del baúl del recuerdo adormecido escenas insólitas vistas desde el prima de la actualidad. Otras, en cambio resultan tan familiares, que parece que no haya pasado el tiempo.

Hoy queremos sumergirnos en una tarde de Lunes Santo de 1982, un 5 de abril. Una tarde pasada por agua que esperaba a cuatro cofradías en la calle de las cuales sólo tres abandonaron sus templos. Una tarde que se pierde en la memoria de quienes ya peinan canas y que solamente puede ser soñada por quienes aún no habían nacido o quienes no teníamos la edad suficiente como para que la memoria nos alcance a recordar los hechos.

El Diario Córdoba, fue notario de aquella tarde para la historia, en la que por vez primera, Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas, entonces aún más humilde sin necesidad de ser denominado de este modo, se asomaba a la primavera de la ciudad de San Rafael desde la entonces acaso aún más lejana Parroquia de San Antonio de Padua, o en la que a nadie extrañaba, ni siquiera al periodista -sorprendido no obstante por el "numeroso público", muchos de ellos jóvenes-, que el público asistente celebrase con una sonora ovación la llegada del Santísimo Cristo de la Salud al corazón de aquella Carrera Oficial por haber desafiado a las inclemencias meteorológicas. 

Una Semana Santa en la que a discurrir de cortejos y pasos por las Tendillas se le llamaba hacer estación de penitencia, ilustrada a través de la inolvidable mirada de Ricardo y contada de una manera radicalmente distinta a como hoy se cuenta, con un lenguaje que habla de nosotros mismos, de nuestra verdad histórica y nuestra evolución no siempre valorada en toda su extensión. Lean atentamente la crónica de Córdoba de aquél Lunes Santo de 1982 y comprueben qué poquito hemos cambiado en algunos detalles y cuánto en la mayor parte de ellos.



La lluvia interrumpe los desfiles procesionales y sólo dos cofradías hicieron estación de penitencia en la Carrera Oficial

Aunque llovió copiosamente en plenos desfiles procesionales de la Semana Mayor cordobesa el protagonista principal no fue sin embargo el agua caída con generosidad y concentrada en un breve lapso de tiempo sino el fervor cofradiero de nuestras Hermandades de Penitencia llevado al límite de las posibilidades humanas compartido por un numeroso público que presenció el recorrido de los cristos y vírgenes pese a las adversas circunstancias.

En el parque del Ayuntamiento junto a una representación municipal se encontraban el consiliario de la Agrupación de Cofradías don Antonio Aguilar el vicepresidente de dicha agrupación don Manuel Quirós el secretario de la misma don José Roldán y el vocal de cultos don José Murillo en unión de otras personalidades.


Nuestro Padre Jesús de la Sentencia

Poco después de las 9 de la noche inició su desfile en la Carrera Oficial la Ilustre Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de Gracia y Amparo de la parroquia de San Nicolás de la Villa que iba precedida por los batidores a caballo de la Guardia Municipal.

Hay más público y ambiente en las calles que durante la noche del Domingo de Ramos y desafiando el mal tiempo sale la primera de las hermandades que se caracteriza por su elegante sobriedad en pasos y desfile así como por el gran aporte de la juventud que viste la túnica roja y cubrerrostro y fajín blancos distintivos de esta cofradía. Además muchos penitentes detrás de los pasos adornados con flor roja el del Señor de la Sentencia y con profusión de flor blanca el de la Virgen.

A las 19:55 comienza a llover, primero en escasa cantidad y de manera más intermitente y luego un verdadero turbión que fue decisivo para que las hermandades, de una forma u otra, se dislocaran camino de sus respectivos templos. Acompañaban la Cofradía de San Nicolás de la Villa la Agrupación de tambores y cornetas de Carmona (Sevilla) y la Banda de la Hermandad de la Esperanza de Córdoba, compuesta de tambores, cornetas y gaitas las cuales fueron muy aplaudidas a su paso por las calles.

Claveles rojos y cirios blancos para el Jesús de la Sentencia

A las 6:30 apareció la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia por los rejas de la iglesia de San Nicolás. La tarde se vistió de gris para recibir al Cristo maniatado y preso sobre una alfombra de claveles rojos. A pesar de que el aire anunciaba lluvia, una multitud de personas se agolpaba en la plaza de San Nicolás. Túnicas rojas y cubrerrostros blancos condujeron el paso por San Felipe arriba entre cirios rojos y aires de primavera. En la pequeña y verde plazuela, las palmeras abrieron sus brazos hacia el cielo, cuando María Santísima de Gracia y Amparo hizo su aparición entre himnos triunfales y aplausos del público. Paso a paso, los costaleros fueron sacando la imagen lentamente y mecida entre el alboroto de la gente. Cirios blancos y campanitas saludaban a María del Amparo bajo su palio de flores, haciendo contraste con los verdes árboles de la plaza. La Pasión de Jesús se volcó ayer tarde en este Lunes Santo cordobés. La Virgen va por la calle y los costaleros la mecen con gracia. Tras un hijo sentenciado y preso, iba el dolor de su Madre adornada de claveles blancos y rosas, con solemnidad y belleza. Cornetas de gloria claman su Amparo en una tarde gris y triste, preludio de una muerte.

Hermandad de la Virgen de la Merced

La segunda hermandad, la Sacramental de Nuestro Padre Jesús en su coronación de espinas y Nuestra Señora y Madre María Santísima de la Merced, con túnica y cubrerrostro blancos y fajín rojo en los hermanos, salió de su templo de la parroquia de San Antonio de Padua a las 7 de la tarde con los pasos de sus venerados titulares. Iba acompañada de la Banda Municipal de Música de Córdoba, además de otras agrupaciones (!!??) y recorrió gran parte de su itinerario desde la carretera de Almadén hasta la calle de San Pablo donde le sorprendió la intensa lluvia en cuyo momento los dos pasos encontraron refugio en la Real iglesia de San Pablo.

El resto de la comitiva permaneció en la calle aunque tratando de guarecerse. Cuando arreció el agua, cuando dejó de llover, el desfile de esta hermandad, sin entrar en la carrera oficial regresó a su templo acompañado no sólo por los hermanos penitentes sino también por los miembros de la feligresía que cerraban la procesión.

Con orden pese a las circunstancias la cofradía iniciaba la segunda etapa de la estación de penitencia de la jornada. Ya de por sí, recorrido tan largo como el de esta hermandad, constituye un verdadero sacrificio para hermanos y penitentes, mucho más cuando además de verse privados de completar el desfile el retorno de hacerse en situaciones adversas de lluvia y el pavimento convertido a veces en verdaderas lagunas.

El Cristo de la Coronación de Espinas realizó su primera salida

Aquí no hay faroles, ni arcos románicos, ni calles estrechas. La fachada de la parroquia de San Antonio de Padua se asoma a un entorno urbano de solares vallados con piezas de uralita, montones de tierra y descampados donde crecen las hierbas y los jaramagos mientras el viento de la tarde levanta algún que otro papel. Por la carretera de Almadén circulan coches y camiones es el tráfago normal de un día de trabajo acentuado por el éxodo de las vacaciones de Pascua. 

A las 7, las puertas se han entreabierto y un capirote blanco ha contemplado a un público que encaramado a los cercanos terraplenes, sentado en los bordillos o simplemente dispuesto a lo largo de unas descarnadas aceras, aguarda pacientemente. Público sencillo, de rostros curtidos, de manos trabajadoras, de mujeres que en tejanos o vestidas de negro, charlan entre sí mientras los niños corretean alrededor y de jóvenes, muchos jóvenes. Han salido los nazarenos y han cesado algunas gotas de lluvia que caían. Mientras tanto de un patio contiguo un nuevo paso se incorpora la Semana Santa cordobesa. Un Cristo coronado de espinas que mira al cielo. Le ha seguido un silencio, luego las notas del Himno Nacional y la imagen de una virgen, Nuestra Señora de la Merced, ha seguido su camino.

Sale el Vía Crucis

A las 21 aproximadamente salía del templo parroquial de San Juan y Todos los Santos (Trinidad) la Hermandad y Cofradía de penitencia del Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Salud, que era la tercera en hacer su estación de penitencia por las calles cordobesas. Fundada hace 10 años está caracterizada por su austeridad de recogimiento, así como por la juventud del buen número de hermanos que visten túnica y cubrerrostro negros así como un rosario por cíngulo, que rezan las estaciones del Vía Crucis y hacen un alto en los altares callejeros instalados en las calles de su recorrido, once este año.

Esta hermandad no tiene paso ya que el Cristo, una soberbia talla de Jesús en su agonía (!!??) es llevada a hombros por tres hermanos, escoltado por cuatro ciriales. No tiene bandas y sólo algún tambor subraya el paso severo de la cofradía por las calles de la capital.

Cuándo comenzó el aguacero impresionante, hasta la tribuna oficial llegó la noticia de que la Hermandad del Vía Crucis no renunciaba a iniciar la carrera oficial, lo que hizo con un retraso de más de media hora. El Cristo titular, envuelto en un plástico transparente escoltado por la totalidad de los hermanos que mojados, muchos de ellos descalzos, a veces portando cruces sobre los hombros pasaron por delante de la tribuna del Ayuntamiento de Las Tendillas en medio de una cálida salva de aplausos tributada por el público que se refugiaba bajo las paraguas o debajo de los salientes de las principales edificios de esta vía.


El Cristo de la Salud devoción y penitencia en las calles de la ciudad

La tarde herida de muerte cayó vertiginosamente sobre la Plaza de la Trinidad. Miles de personas llenaban el recinto de completo silencio. Solo el sonar rítmico y fúnebre de los tambores protagonizaba estos momentos en que la Hermandad y Cofradía de penitencia del Vía Crucis del Santo Cristo de la Salud comenzaba a serpentear por las sinuosas callejuelas del barrio antiguo de la ciudad. Cruces y cirios blancos abrigan el camino negro entre estaciones. 

La devoción, el fervor y el respeto recorrieron las calles con el Cristo de la Salud que fue llevado a hombros por los cofrades penitentes que, descalzos, cargados de cadenas y cruces, llenaron la Plaza de la Trinidad. Ya casi anochecido, el Crucificado fue sacado a la plaza. Las palomas revoloteaban por los tímpanos de la fachada, asustadas por el ronco tronar de los tambores.

Casi en penumbra aún se escuchaban los silbidos de las golondrinas, siempre presentes en estas tardes de primavera de Pasión y Muerte. Cientos de penitentes recorrieron las calles a través de las estaciones de penitencia. Cíngulos de rosarios van sembrando el silencio sepulcral en la multitud de cordobeses que a su paso se agolparon entre cantos de Miserere.

El Remedio de Animas suspendido la salida

La única procesión que no salio anoche fue la correspondiente a la Muy Humilde y Antigua Hermandad del Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas y Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas de San Lorenzo que no llego a salir y quedó en puertas de su templo parroquial en vista de la amenaza del mal tiempo que no dejo de cumplirse. Si deslució los desfiles procesionales, vino a subrayar la seriedad y religiosidad de nuestra Semana Mayor.

El remedio de Animas no salió

El Cristo del Remedio de Animas fue el gran ausente de los desfiles procesionales de ayer lunes. La insistente lluvia hizo que los cofrades se quedasen en puertas de hacer su salida de la parroquia de San Lorenzo. Mientras otras de las hermandades que desfilaban, hubieron de desistir casi a punto de iniciar la carrera oficial o finalizando esta y abreviando el resto de su recorrido, el famoso Cristo no pudo, al igual que la Virgen de las Tristezas, estar ayer por esta causa en las calles cordobesas.


Fuente documental: Memorias Cofrades



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