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martes, 6 de octubre de 2015

Enfoque: Más costales que capirotes


Blas Jesús Muñoz. Es una cuestión ciertamente compleja y ciertamente opinable, toda vez que no es comparable con otras facetas de las cofradías que, a priori, pueden resultar más sencillas de establecer. Uno es nazareno desde la primera vez, por ejemplo. Aunque transite por diversos destinos el origen y el fin ha de ser vestir la túnica. Lo demás es tan circunstancial como relevante porque sé que, al menos en mi caso, siempre seré costalero por más que sepa que mi mortaja la visto y la terminaré vistiendo cada Viernes Santo.

Es una antítesis estudiada de la que sin embargo no existe facultad que te ofrezca la tesis correcta. No se puede impedir a alguien en plenas facultades físicas a causa de la edad y de dar oportunidad a los más jóvenes, ¿o sí? Poder es querer y ese ha sido el deseo de la Hermandad de la Esperanza de Triana. Y habrá quien lo discuta, bajo el prisma de ese primer argumento.

Sin embargo, no es menos cierto que el boom de la arpillera ha barrido el mapa cofrade con la fuerza de un tsunami y, cada vez, en determinados lugares, en determinadas cuadrillas, se hace más complejo eso que se dice de "meter la cabeza". Se lo cuenta alguien a quien una vez le dijeron, junto a un grupo de "nuevos", vosotros venid a los ensayos y en el último decidimos los que salen y los que no, pudiendo ser uno, todos, tres o ninguno.

Un servidor no se prestó a ese juego, de igual modo que podría haberlo hecho de forma legítima, pero decidí que no era asumible. De los que se quedaron, ninguno entró ese año y solo dos lo consiguieron al cabo de tres e infinidad de ensayos. Al final parece más honesto no entrar en la igualar e insistir lo que haga falta si el ánimo te lo permite. 

Esto que les cuento pasaba en Sevilla hace doce años y un servidor se batió el cobre bajo la trabajadera en alguna hermandad. No es un mérito, fue un acto de amor. Mas lo que allí quedó fue una burbuja en expansión a la que no le repercute en nazarenos, mientras aquí la pompa se ha tragado las túnicas y ya hay más costales que capirotes.










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