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sábado, 2 de abril de 2016

Por esto no le dió importancia Santo Tomás de Villanueva a lo ocurrido en Blanco Belmonte


Redacción. Las cofradías, en cualquiera de sus diferentes estamentos, nos pueden causar malestar o elevarnos al cielo de los momentos irrepetibles, de los que se guardan para siempre y nos erizan la piel al recordarlos, como el tesoro que deja de ser efímero en nuestra memoria repetida. La música, tan denostada en algunas ocasiones, eleva la singularidad del hombre que es capaz de crear arte para elevarlo a Dios y a Él, le demuestra a través de pequeños gestos que la salvación es posible.

Uno de esos gestos lo protagonizaban esta pasada Semana Santa la Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva y un niño, José, que cumplió su sueño y, de camino, demostraba la grandeza de pequeños y mayores. Pertenecer a una banda merece la pena, nada más que por la historia que, a continuación, les reproducimos. Esta es la conmovedora historia de José y Santo Tomás de Villanueva:


-'Está que no cabe en el pellejo'-, nos agradecía su padre por las redes sociales después de lo ocurrido.

Íbamos ya de vuelta a San Gregorio en la noche del Lunes Santo con nuestra querida Cofradía El Silencio - Pozoblanco cuando vemos que hay un niño que no nos quita ojo y todas las chicotás iba a nuestro lado, concretamente sin despegarse de nuestra percusión.

Después de darle una estampita de la banda, le invitamos a que se meta entre nuestras filas y haga unas chicotás dentro nuestra (primera foto). La cara en ese momento se le cambió a una mezcla de alegría y nervios. Lo que iba a ser unos minutos, fueron casi dos horas hasta el final de la procesión sin moverse de su sitio.

Tanto tiempo con nosotros, sus padres nos cuentan que toca en una banda (AM. Sierra del Castillo de Espiel) y que él toca el tambor. A la vez que también nos dicen que quizás iban a vernos el Miércoles Santo detrás de Hermandad de Pasión de Córdoba.

-'Jose, si te traes tu tambor, el Miércoles tocas con nosotros'-, fueron nuestras palabras.

¿Sabéis el resultado, no? (Foto dos y tres).

Con su tambor colgado, nos alcanzó justo después de carrera oficial y el tío ni corto ni perezoso entre nuestras filas que se metió, no sin antes decirnos: 'os lo dije y aquí estoy'.

La estrechez de la Judería, la entrada en la Mezquita, el paso por Caballerizas y la entrada de Pasión. ¿Cuántos músicos no firmarían eso? Pues José, con su tambor, lo vivió con nosotros.

Estas historias son las que a nosotros, día tras día, nos hacen trabajar con más ganas y la ilusión de un niño pequeño.

Por eso, esto es… ‪#‎LaFabricaDeLosSueños‬

Pd: Jose, como te dijimos, el año que viene te esperamos.




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