No os quepa la menor duda de que el mundo cofrade es tan real, imperfecto y humano como cualquier otro. Solo somos un mero reflejo de la sociedad con nuestros distintos personajes que en algunos casos enriquecen, y en otros, empobrecen.
Desgraciadamente somos devastados por un tipo de cofrade, el "egocofrade", que viene a sumar en favor de su persona y no de Dios. Si es cierto que nos gusta que los grandes personajes de la sociedad española (y más en concreto, la andaluza), nos inunden con su generosa cultura que nos ilustran con el bien y el mal cofrade. El problema reside en cuando el egocentrismo (que ya os digo que está presente en todos los submundos de nuestra sociedad) viene a ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro.
Nunca entenderé el empeño de ser mejor que nadie, de estar más en el atril que cualquier otro experto orador, de vanagloriarse continuamente en un mundo que, aunque se nos presuponga buenos por naturaleza por nuestras creencias (y no lo somos), deberíamos ser hermanos que hicieran todo por y para Dios.
No. No seáis unos cretinos que estando aquí de casualidad o no, busquéis las cámaras y el incesante protagonismo que agota hasta la mejor de las personas. Vosotros, capaces de traicionar a un amigo, a un hermano, a un hijo de Dios, por tener una media hora de gloria. Quién más daño hace a las cofradías son los propios cofrades, y eso la mayor de las penas. Más Dios y menos "yo".
Carlos Medina