Comienza este artículo semanal cuestionando si el cupo de bandas se ha sobrepasado en relación a las demandas de las hermandades y cofradías de la ciudad de Córdoba. Y es que en esta última década se ha producido un incremento considerable en la creación de formaciones musicales de diversos estilos; de hecho, hasta once bandas procesionales han nacido en los últimos quince años. La prueba de ello se encuentra en los siguientes conjuntos: La Esperanza, La Salud, La Estrella, El Cristo de Gracia, Caído & Fuensanta, El Rescatado, La Sagrada Cena, La Merced, Ciudad de Córdoba, La Presentación al Pueblo -anunciada, pese a no estar en activo aún- y Ad Libitum; última formación creada.
Si bien es cierto que la ya extinta banda de El Rescatado fue el germen de la actual Ciudad de Córdoba, al igual que sucede con la también desaparecida banda de La Merced y Ad Libitum, ambas se podrían considerar independientes de sus respectivas raíces. No obstante, en caso de que aprecien pertinente estimar las cuatro formaciones como dos solas, tal y como algunos cofrades valoran en base a lo anteriormente expuesto -aspecto con el cual discrepo-, el número de éstas seguiría siendo igualmente bastante desorbitado; máxime cuando nos topamos ante una ciudad -Córdoba- que cuenta con tan solo treinta y siete cofradías en nómina, y de cuyos pasos procesionales, cincuenta y cuatro lo hacen con acompañamiento musical. Y para rematar, nos topamos con unas hermandades que no confían -una parte, claro está- ni lo que deben ni cuánto se merecen las bandas de la capital.
Así las cosas, los conjuntos musicales cordobeses se han visto en la difícil tesitura de tener que emigrar hacia otras provincias, hacia municipios, con el fin de poder interpretar sus desterradas notas musicales. Lo llamativo de la situación es que tal coyuntura viene produciéndose desde bastantes años atrás, desde primeros del nuevo siglo, pues tirando de hemeroteca se pueden hallar unas declaraciones en las que los responsables de las bandas manifestaban escaso apoyo por parte de las cofradías capitalinas, al igual que sucede en la actualidad. Sin embargo, las circunstancias que acaecían por aquellos años eran ligeramente más favorables que las vividas en el último lustro, donde se ha perdido aún más la influencia cordobesa tras los pasos; para el consuelo queda que el trance se está invirtiendo a favor de nuestras formaciones, aunque de forma ciertamente pausada. Eso sí, nuestra Co-Patrona seguirá yendo acompañada por bandas foráneas...
Con tal parrafada, ha sido intención llegar hasta un punto en el que consideren acerca de la necesidad de seguir creando bandas en esta bendita ciudad, a sabiendas de la práctica imposibilidad de hacerse un hueco en la capital. Por todo ello, así como por la calidad interpretativa, además de la aportación de la propia formación a sus acompañamientos -temas sobre los cuales no debo opinar debido a mis escasos conocimientos musicales-, se deberían de haber ahorrado ciertas fundaciones y 'refundaciones' de alguna que otra banda.
Y, por último, les pido que no vengan con la historia de que, por ejemplo, Linares tiene menos población que Córdoba, que cuenta con menos cofradías, y que aún así posee numerosos conjuntos de diversos estilos; o que Málaga, provincia con solo cuatro hermandades más en nómina que su vecina califal, acoge un elevadísimo número de bandas de música o de cornetas y tambores. Observen las magníficas aptitudes de las bandas linarenses y, más tarde, contemplen el inconmensurable apoyo de las hermandades malacitanas a TODAS sus formaciones, y así encontrarán respuesta.
Antonio Botella