Para los que ya peinamos canas, decir “aquellos maravillosos años” es recordar aquella serie de TV de finales del 80 y principios de los 90, que durante seis temporadas nos tuvo enganchados en la tele a más de un adolescente. Recuerdo que contaba la historia de Kevin Arnold que vivía en el seno de una familia de clase media norteamericana durante el final de los años 60 y la década de los 70. Kevin medita sobre todo lo que le pasó en aquellos turbulentos pero maravillosos años, llenos de cambios sociales, económicos y culturales, y en los que siendo un joven se enfrentaba a la adolescencia como una lucha casi diaria. Vietnam, el hombre en la luna, el movimiento hippie, el amor libre, el comunismo, el racismo, la política... había mucho sobre qué pensar y discutir. Para los más jóvenes podíamos decir que era una especie de la serie actual de Cuéntame, donde Carlos Alcántara nos cuenta y medita de todos los acontecimientos que había vivido en su vida.
Siempre se dice que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero está claro que la nostalgia funciona: nos gusta recordar épocas que con toda probabilidad no fueron tan maravillosas como en nuestra memoria e incluso estamos dispuestos a gastar dinero en discos, películas y colecciones que nos traigan un trozo de ese pasado idealizado, además de seguir perfiles en redes sociales que se dedican a evocar estos recuerdos. ¿Por qué nos dejamos llevar tan fácilmente por la nostalgia?
Y si lo extrapolamos al mundo cofrade, muchas veces vemos situaciones actuales de nuestras Cofradías que nos hace recordar con añoranza el pasado, la nostalgia nos viene muy fácil a nuestra memoria.
Yo recuerdo aquellos jóvenes cofrades que empezaban en el mundo cofrade a trabajar y se dejaban aconsejar por los mayores, para ellos las palabras de sus mayores eran palabras sabias, necesarias, etc… siempre deseaban escuchar historias de la Cofradía de boca de estas personas. De esas personas se aprendió a trabajar en las Hermandades desde el servicio, la sencillez, la humildad, del trabajar sin pedir nada a cambio. Eran cofrades que para ellos ocupar un puesto en tu Cofradía era una responsabilidad muy grande, y en todo momento sabían estar y sabían lo que representaban. Era un servicio que prestaban a su Cofradía desde el puesto que le habían encomendado. Y siempre estaban al servicio de los hermanos.
Hoy, por desgracia, a estos cofrades veteranos se le desprecia, se le dice que ya están “chocheando” y que no entienden. Incluso por redes sociales se le ridiculiza y se le levantan falsos testimonios. A estos cofrades hoy en día, en muchos casos, se les quiere borrar de la historia, aunque les duela a mucho cofrade nuevo, eso nunca se podrá borrar. Como dije al principio, los que peinamos canas podemos decir apellidos y nos viene por inercia el nombre de su Hermandad, aunque hoy en día intenten borrarlo.
Hoy en nuestras cofradías, tenemos varios tipos de cofrades, primero el que todo lo sabe, sabe cómo montar los mejores cultos, los mejores exornos florales, la mejor candelería, pero eso sí no le pidas que trabaje porque a la hora “de doblar la espalda” no aparece. Luego están los que busca un cargo en la junta para sentirse importante y ser alguien en la vida. Que una vez llegados al cargo, solo les importa su ego personal, se inventan cualquier cosa para que su nombre quede reflejado en la historia, y tenemos numerosos ejemplos como comprar una local para la Cofradía y lo primero que se hace es poner un azulejo con el nombre del Hermano Mayor que lo compró, el despreciar proyectos de otros cofrades aunque sepas que son mejor que el tuyo, solo porque tú buscas que salga el tuyo para quedar como que tú fuiste el que lo conseguiste, etc…. También están los que no saben que cuando ocupas un cargo en una Cofradía o en una Agrupación estás al servicio de los hermanos y no los hermanos al servicio tuyo, están también los que se aprovechan del cargo para “pisotear” al contrario, o los que aparecen por la Hermandad según quien esté en los cargos.
Por suerte, aunque no en demasía, todavía quedan cofrades como esos de antaño, donde la Cofradía es un estilo de vida donde vivir su ser cristiano, donde trabajar por su Cofradía es una responsabilidad muy importante, donde tienen muy claro que significa tener un cargo en una Cofradía, para bien y para mal. Y sobre todo que están dispuestos a trabajar en su Cofradía esté quien esté en los cargos, ya que su Cofradía es lo importante.
Dicen que la historia se rige por épocas y momentos, esperemos que esta época o momento pase rápido, y volvamos a vivir una época cofrade como antaño. Mientras seguiremos recordando “aquellos maravillosos años”.
Carlos Pérez Caño