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lunes, 18 de julio de 2016

Enfoque: Filtran la pretensión de coronar a la Paz antes de comunicarlo a los hermanos


Guillermo Rodríguez. Ha sido a través de una filtración al diario ABC de Córdoba y no mediante una comunicación directa a sus hermanos, que probablemente haya sido enviada pero aún no ha sido recibida (uno se pregunta por qué curiosa casualidad no ha sido a través un comunicado publicado en las redes sociales de las que dispone la corporación), como debería haber ocurrido de gozar estos del respeto de los máximos rectores de la Hermandad de la Paz, como algunos hermanos de la Paz han tenido conocimiento de la intención de la Junta de Gobierno de la corporación del Miércoles Santo de retomar los trámites que ya se iniciaran hace años en el seno de la corporación capuchina de solicitar la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, la bellísima dolorosa de Juan Martínez Cerrillo que habita en el Convento del Santo Ángel de Córdoba. Posiblemente determinados hermanos hayan tenido conocimiento del asunto mediante comentarios chusqueros en muros de facebook o apoyados en barras; mientras tanto, el resto deberá esperar la comunicación escrita recibida en su domicilio o el comunicado tardío.

Para ello y siempre según la información ofrecida por el diario, la corporación capuchina convocaría un cabildo extraordinario para que la masa social se pronuncie, el próximo 4 de septiembre, fecha en la que muchos hermanos probablemente aún sigan de vacaciones lo que podría mediatizar el resultado del mismo.

Un proceso que ya se inició nada menos que a finales del siglo pasado y que a buen seguro más de uno ahora intentará atribuirse en exclusiva, como suele ocurrir en dirigentes que carecen de la altura de miras necesaria para respetar el esfuerzo de sus predecesores y el trabajo heredado, como han venido demostrando desde que iniciaron un mandato cuajado de sombras, como el triste episodio en el que se expulsó por la puerta de atrás a todo un icono de la historia de la hermandad, miembro de una de las sagas fundamentales de capataces de la Córdoba Cofrade porque hay quien pone sus intereses y sus fobias personales por encima de la historia de la entidad a la que dicen servir.

Muchas son las exigencias que han de cumplirse para que fructifique una empresa como esta, entre las que destaca por encima de cualquier otra una importante obra social, cuestión prácticamente inexistente en el caso de la corporación capuchina, más allá de ciertas partidas presupuestarias que ni por asomo deben empañar el hecho de es un asunto que prácticamente expedito en la cofradía franciscana, cuyas dirigentes parecen más preocupados en otros menesteres, de acuerdo con los hechos puestos en práctica desde la toma de posesión.

No obstante y siendo incuestionable la devoción que atesora la Virgen de la Paz y Esperanza, otro tema debería centrar la atención de los máximos responsables de la hermandad antes de ni tan siquiera abordar una distinción como esta, un tema que deberá ser analizado con el detenimiento que merece por parte de la autoridad eclesiástica: La indiscutible fractura social creada en la hermandad por quienes desde hace años han guiado los destinos de la corporación, entre los cuales se encontraba el actual hermano mayor y que lejos de solucionarse se ha venido acrecentando de manera inconcebible en los últimos tiempos, con varios ejemplos de sanciones y expulsiones, incluido algún episodio que se ha llegado a judicializar.

Una noticia que en cualquier otra circunstancia debería ser aplaudida por propios y extraños y que ahora, incluso hermanos de la propia hermandad consideran absolutamente fuera de lugar, porque da más la sensación de ser una cortina de humo que oculta los problemas reales de diversa índole que acucian a la cofradía y porque se antoja más un llamativo intento de pasar a la posteridad para evitar hacerlo como quienes terminaron de romper lo que otro comenzó a quebrar.

Foto Antonio Poyato





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