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sábado, 28 de marzo de 2015

Entre la Ciudad y el Incienso: Puerta de la Alegría


Blas Jesús Muñoz. La atmósfera de los días ha cambiado. Es limpia, más azul y brillante que nunca antes fue. El ser se encuentra consigo mismo, tras cada esquina que conduce -como una promesa anunciada- a Santa Marina ¡Ha resucitado! Todo es luz, todo es cuanto quisimos y tantas noches de oscuridad perpetua necesitamos.

El incienso huele diferente, a despedida y bienvenida, los sentidos se balancean entre la antítesis consentida de nostalgias y expectativas. Las calles parecen contener los antiguos sustratos para convertirse en el paso exacto de los que vendrán, los mismos que están llegando con su cortejo celeste. Los acordes de cada marcha suenan más a garganta, a grito profesado, a llamada atenta a la noticia que recorre el mundo y lo sacude con su potencia infinita.

En Santa Marina se abre la puerta de la Alegría en el rostro consciente de la Estrella de la Mañana, de la Virgen, de la Madre que recibe el mejor de los anuncios, la noticia triunfal que a todos nos alcanza. La ciudad ha vuelto a cambiar para siempre, la Semana Santa se marcha, pero deja en su poso un nuevo comienzo porque el camino aun no ha acabado. La Virgen de la Alegría desfila de la mano de su pueblo, el día en que la Pascua anuncia que, Resucitó.













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