He regresado Señora, como cada Martes Santo, para beber tu dulzura y
buscar tu mirada entre los cirios de tu candelería, asomándome entre tus
varales... para que tus preciosos ojos iluminen mi alma entre las tribulaciones
del mundo que me rodea... Condúceme hasta Él, para poder postrarme ante su
Santa Faz y alimentarme de su divino mensaje, de la Gloria de su Reino... Déjame
seguirte Lirio Blanco, por las esquinas de la fe, protegido por tu manto de
Madre... por toda la eternidad.
Dos hileras nazarenas
anuncian tu cercanía
que inunda de primavera
mis ansias de
cofradía.