"Un hombre cobarde no conquista a una mujer bonita"
Les voy a confesar una cosa. Este domingo he experimentado una de las emociones más dañinas de todas las que he sentido a lo largo de mi extensa vida como cofrade. Incluso desde la lejanía en la que me hallo por decisión propia desde hace años, las múltiples llamadas y mensajes recibidos han provocado que una desagradable sensación de vergüenza, tristeza e indignación en proporciones similares haya inundado mi espíritu cansado aunque habituado desde hace años a conocer situaciones desagradables y espectáculos bochornosos desarrollados en el seno de corporaciones presuntamente adscritas a la Iglesia Católica. Sucede que cuando estos episodios se perpetran en el que un día fue tu hogar, en el lugar donde aprendiste a ser cofrade, la desazón se convierte en infinita amargura.
Antonio Martínez Ares
Les voy a confesar una cosa. Este domingo he experimentado una de las emociones más dañinas de todas las que he sentido a lo largo de mi extensa vida como cofrade. Incluso desde la lejanía en la que me hallo por decisión propia desde hace años, las múltiples llamadas y mensajes recibidos han provocado que una desagradable sensación de vergüenza, tristeza e indignación en proporciones similares haya inundado mi espíritu cansado aunque habituado desde hace años a conocer situaciones desagradables y espectáculos bochornosos desarrollados en el seno de corporaciones presuntamente adscritas a la Iglesia Católica. Sucede que cuando estos episodios se perpetran en el que un día fue tu hogar, en el lugar donde aprendiste a ser cofrade, la desazón se convierte en infinita amargura.