Me encontré con un primer plano de Ella rebuscando entre mis fotografías, y se abrió de par en par el arcón de mi memoria casi perdida dándome un vuelco el corazón. Yo era sólo un niño y recuerdo que siempre estabas alrededor, como un torbellino que lo alteraba todo. Cuando despuntaba el sol de la mañana en que Andalucía estrena nuevas ilusiones y las calles de San Lorenzo se inundan de palmas, comenzábamos como cada año nuestro peregrinar por callejones y plazas, buscando el lugar adecuado, la imagen perfecta, el aroma de la infinita primavera.
Inmediatamente después de contemplar al Rey de los Reyes, entrando triunfalmente por las puertas del sentimiento, para conquistar nuestros corazones, tú ya tenías la frase en tu boca... “yo quiero ver a la del Puente Romano… a la Morena de los ojos grandes... la más guapa...”. Todos sabíamos que lo dirías y deseábamos que lo hicieras... porque latíamos del mismo modo; en nuestro fuero interno éramos conscientes de que Ella era el Alfa de todo cada Domingo de Ramos y que sólo cuando atravesaba el río camino de Córdoba se preñaban nuestras entrañas de olor a incienso, azahar y cera derretida.