La voz del centurión atruena en los espíritus afligidos con su impasible autoridad, con su inhumana indiferencia… con un dedo ordena levantar la cruz del destino para multiplicar nuestro dolor y arrojarnos por el abismo de la desesperación más oscura. Y me pregunto entre dudas y lágrimas si merece este sacrificio un universo que tolera que el Rey del Cielo sea masacrado y humillado sin mover un músculo para evitarlo.
Quiero
comprender la infinitud del miedo a ser crucificado a tu lado pero me rebelo
vestido de la insurrección más inconsciente creyendo en mi ingenuidad que sería
capaz de dar mi vida por Ti, ocupando tu lugar en el madero. Y descubro la
realidad de mi cobardía al contemplar horrorizado cómo se va clavando tu
silueta en el firmamento, mientras mi fe se desangra lentamente en la carencia
más absoluta y en la lejanía del caudal de tu esencia que parece abandonarnos
sin remisión…Y justo en ese instante, tu Divinidad derrama como una catarata de
emociones tu Perdón a toda la humanidad, para que todo comience lentamente a
adquirir sentido…