Primera Cuadrilla de hermanos costaleros de Córdoba (Expiración) mandada por Rafael Muñoz, 1975 |
Con motivo del XXV Aniversario de Luis Miguel Carrión Huertas “Curro”, delante del paso de María Stma. De la Candelaria, al cual desde aquí quiero darle mi más sincera enhorabuena y espero poder verlo muchos años más, voy a lanzarme al ruedo y voy a hablar sobre los capataces, un tema, que es escabroso y delicado, porque se puede malinterpretar maliciosamente lo que se diga hoy en este artículo.
Todos hemos sido alguna vez capataces de nuestra hermandad o cofradía, en la vida o en alguno de nuestros sueños. Cierto es, que el saber, poder y gobernar a una cuadrilla de “locos” del costal, es más difícil de lo que nos podamos imaginar. Y más aún hoy en día.
Y digo esto porque antes los costaleros no solían saber tanto o más que los capataces, como sucede hoy en día, por la falta de valores y de respeto hacia las personas que tiene nuestra sociedad. Por eso antes era más fácil poder barajar a una cuadrilla de personas que trabajan bajo el yugo de la trabajadera pasando buenos y malos ratos, con sentimientos encontrados y dispersos, como cada uno de los costaleros que van debajo de una parihuela o paso.
Y para ello, las juntas de gobierno ponen su confianza en unos hombres, que vestidos de terno negro y con sus cabellos engominados, tienen la difícil misión de mandar y saber conjuntar a una cuadrilla de locos del costal, cada uno de su padre y madre, para que se conjunten y sean en perfecta armonía, una bella sinfonía entre la música, el movimiento y la belleza del momento y lugar.