Con la llegada del año nuevo, y tras el paso de las fiestas navideñas, vuelve a nosotros el “ansia cofrade” ante la inminente llegada de la Cuaresma, atrás queda el 2013, con todo lo bueno y lo malo, y llega un nuevo 2014 con la esperanza de poder vivir una esplendorosa Semana Santa, libre de cualquier nubarrón que impida la salida procesional de nuestras cofradías.
Pero con el cambio de año también se nos olvida, a veces, nuestro compromiso como cofrades, ya sólo pensamos en volver a sacar los costales y las túnicas lo antes posible para vivir una Cuaresma de más de cuarenta días. Un compromiso que, como en otras ocasiones he hablado, va más allá de esa semana al año y sus cuarenta días previos; compromiso que debe vivirse y sentirse los 365 días. Podríamos hablar de compromiso o de Fe.
Finalizado el “Año de la Fe”, con sus cultos y salidas extraordinarias en torno a esta magna celebración, siempre nos quedará el recuerdo de todo lo acontecido, pero, ¿por qué no hacemos que todos los años sean “años de nuestra fe”?.
No hablo en ningún momento de plantear más vía crucis magnos, ni salidas o cultos extraordinarios, simplemente hablo de que, para cada uno de nosotros, personalmente, cada año que pase lo recordemos por nuestra fe, aquella que profesamos hacia nuestros Benditos Titulares, que no quede solo en una salida o un besamano, intentemos que nuestra fe se propague durante todo el año. Hagamos que nuestro 2014 sea otro “año de nuestra fe”.
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