El 27 de junio se celebra el día de San Zoilo de Córdoba, el primero de una veintena de mártires cordobeses que perecieron en los albores del siglo IV bajo la persecución de Diocleciano y cuya calle es una de las más cofrades de la ciudad de Córdoba.
Constituido el Imperio romano como una tetrarquía, Hispania quedó dentro de la región gobernada por el césar Constancio I, quien atenuó en las zonas de su mando las persecuciones a los cristianos, que tuvieron como instigador en el resto del Imperio al césar Galerio. Dada esta circunstancia, es de suponer que el martirio colectivo de Zoilo y sus compañeros no sucediese antes del año 303, en el que aparecieron los tres primeros edictos, y que tuviera lugar en el 304, en el que un nuevo edicto imperial condenaba a los cristianos indiscriminadamente.
La noticia más antigua que tenemos de Zoilo es de la segunda mitad del siglo IV y nos la da el español Prudencio en el Himno IV del Peristephanon, en el que hace una relación de cerca de 30 mártires poco anteriores a él y en su mayor parte españoles; aparte de los nombres, poca materia histórica podemos extraer de este elenco (casi una letanía), en el que se dice «Corduba Acisclum dabit, et Zoellum», pues es indistinta la nomenclatura Zoelo, Zoilo o Zoyl. En el Martyrologio jeronimiano se incluye a Zoilo y compañeros mártires en el 27 de junio, lo que coincide con la mayoría de los martirologios históricos, excepto algunos de los más antiguos que citan a Crescente en primer lugar, pero ello se debe, según cree Hensquenio, a que fue anterior la invención del cuerpo de éste. Wadelberto usó la voz antistes para significar que Zoilo fue el primero entre sus compañeros (no para conferirle la dignidad de obispo, de la que no hay vestigio alguno), lo que, unido a la cita exclusiva de Prudencio, a que sólo existe acta martirial de Zoilo y a la ratificación operada por el culto en España, autoriza a considerar a Zoilo como el principal de los martirizados con él.