9 de Enero, una fecha muy especial para mí y familia. Especial porque hace 22 años falleció mí tito cura, D. Francisco Fernández Pareja. Conductor de la Parroquia de San Andrés por aquel entonces, además de algo más que un tito y a pocos días del nacimiento de mi primer hijo, un 2 de Febrero, Kiko.
Así en su memoria, recuerdo como con apenas cuatro o cinco años llegaba a mi casa con una caja de cartón rectangular. Me llamaba y enseñaba lo que contenía aquella caja. Al abrirla, cuál fue mi sorpresa que no era otra cosa que la vestimenta de hebreo de la Hermandad de la Borriquita.
Aquella Semana Santa, creo que del año 1975 o 1976, iba a ser la primera vez que yo iba a salir en una procesión. La cara se me iluminó de una sonrisa como la de cualquier niño el pasado lunes 6 de enero al ver sus regalos por los Reyes Magos de Oriente. Mi sueño empezaba a cumplirse. Ese “mocoso” que le hacía a su madre que sus cartones redondos de detergente me lo rajara por la mitad para tener mi propio tambor.
Ese mismo niño que se tiraba en su balcón de la calle de la Feria, para ver como paseaban por allí los pasos ensayando. Ese mismo niño que se probaba su túnica de hebreo, todos los días. Ese mismo niño, que parecía vislumbrar como sería esa mañana de Domingo de Ramos. Ese mismo niño, que preguntaba por qué aún no podía comulgar.