Otro año más abordamos, ahora sí (por más que Mercadona y Corte Inglés se empeñen en adelantarla), la inminente llegada de la Navidad. Por todos es bien sabido que la misma tiene su característico y particular inicio el día 22, que desde estas líneas reivindico como Día Cuasi-Universal de la Salud en España, ya que la Lotería, salvo sorpresón mayúsculo, volverá a no dejar un chavo en Córdoba… A pesar de que uno lleva participaciones de Navidad de hasta 6 Cofradías de la ciudad, sumando glorias y penitencias, me huelo que la fortuna nos volverá a ser esquiva a casi todos. La única que este año gana seguro, seguro, seguro es… Hacienda, que se lleva el 20% de todos los premios superiores a 2.500,00€. Así yo ya me quedo más tranquilo por ud., Sr. Montoro.
Manda narices la mala follá que tienen las Hermandades cordobesas al escoger los dichosos numeritos, ya sean uno, dos o trescientos los que aparezcan en las respectivas participaciones. Claro que ya casi nada nos puede sorprender: si no hay suerte con el tiempo en Semana Santa (da igual cuando caiga, deje de hacer cábalas y de leer el Zaragozano) o en las Cruces de Mayo, ni con la mayoría de las personas que nos gobiernan (Agrupación incluida), ¿cómo iba a ser menos el final de año?
El hecho es que otro año se aproxima el 24 de diciembre y salvo honrosas excepciones la Navidad se presenta, a mi parecer, menos navideña. Por empezar por algún sitio, podríamos hablar de la decoración. Ni con un ayuntamiento gobernado por el Partido Popular se adivina casi ningún motivo religioso claramente identificable. Digo identificable porque se da el caso de que una de las principales avenidas de la ciudad, Ronda de los Tejares, tiene unas luces que describen unas formas que se asemejan curiosamente a grafismos árabes (ojo, no digo que lo sean: digo que lo parecen) y que, quién sabe, lo mismo reproducen textos del Corán. Que esto hubiera pasado estando en la alcaldía Julio Anguita, “El Califa”, lo mismo hubiera podido hasta entenderlo. Hoy por hoy no. Bien, quien escribe solo ha podido localizar, tras pasear buen rato por la ciudad, como únicas alusiones religiosas cristianas una estrella en la reducida iluminación del barrio de San Agustín (hay una o dos tiras de luces “esteladas” -no confundir con la bandera independentista catalana, tan de moda- en la Plaza homónima) y los gigantescos “muñecos” que representan a la Sagrada Familia instalados junto a las atracciones del Vial Norte (hasta el año pasado en la fuente de Gran Capitán). Y eso es todo, amigos. Por supuesto, estaré encantado si me contradicen y me comentan que han encontrado algún otro motivo religioso cristiano en nuestras calles.
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