Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo
Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro le
iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote. Los sumos
sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra
Jesús con ánimo de darle muerte, y no lo encontraron, a pesar de que se
presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, que dijeron:
"Éste dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días
edificarlo." Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: "¿No
respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?" Pero Jesús
callaba. El Sumo Sacerdote le dijo: "Te ordeno por Dios vivo que nos digas
si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios." Jesús respondió: "Tú lo has
dicho. Yo os digo que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la
diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo." Mt 26 57-64
El clero te niega
porque su intocabilidad incuestionable se basa en cimientos mezquinos e
inveraces. Y Tú vienes para derribar el Templo de su mentira enquistada en los
corazones de los hombres. Una mentira establecida e impuesta que habita en el
espíritu de quien olvidó lo que predica, de quien obra desoyendo tu mensaje y
olvidando tu palabra. Negándote e hiriéndote.
Porque Tú te has
revelado para redimir al hombre de si mismo, del odio fraternal, de la guerra
interminable, de la avaricia que extiende el hambre por los rincones del
planeta, de la carencia de amor, de la desidia, la indiferencia, el llanto
provocado. Y sólo unos pocos han visto tu luz. El mundo sigue girando en el
mismo abismo en el que se hallaba y se halló siempre… respirando la misma
miseria y bebiendo la misma nada materializada en leyes carentes de
significado, vacías de Dios.