Esta frase en boca de nuestro Rey quedó bien ante la irrespetuosa avalancha dialéctica de determinado político en determinado foro, que todo recordamos, y que no viene al caso, lo verdaderamente grave de la frase, es cuando la misma la dice quien en teoría está para escuchar.
Cuando se pregunta del por qué se habla, es interés, cuando se pregunta u ordena para conseguir el silencio, eso es censura, o intento de manipular los que atienden a determinadas frases o hechos relatados por el que habla, evitando el más elemental principio fijado como uno de los dones más grandes dado por Dios al hombre, la libertad.
Dios nos dio la libertad al hombre para hacer lo bueno y lo malo, para condenarse o alcanzar la gloria, libertad, ¿no podía Dios haber realizado al hombre perfecto, sin tacha, ni mácula alguna?, por supuesto que sí, pero lo hizo libre, para que dispusiera en libertad, sin presión alguna, el camino a seguir.
También quiso Dios hacerlo igual a todos sus semejantes, no dándole a ninguno de ellos la capacidad de cercenar su don a capricho propio, nadie por encima de nadie, todos iguales y hermanos.
Pero alguien distinto vendrá dentro de poco a decirnos que debemos de callar nuestras opiniones, que debemos de expresarlas desde otro punto de vista, que el actual no le gusta, que mejor de otra forma.