Día de fiesta grande, de víspera por todo lo alto, de cuenta atrás impaciente que no puede dejar de llenar las calles. A falta de tan sólo unas horas, muy pocas, casi minutos en muchas de ellas, la espera del Via Crucis Magno del Año de la Fe se ha desbordado y nadie quiere aguardarlo en casa. Las calles de Córdoba, sobre todo aquellas que llegan a las iglesias, se han llenado de un público variado de orígenes que ha visitado a las imágenes en sus templos, se ha empapado de los detalles que no se dejarán ver esta tarde en la calle y ha admirado lo que las cofradías propondrán para esta cita histórica.
Desde primeras horas de la mañana se abrieron las iglesias, aunque ha sido al mediodía cuando se ha notado más público en las calles. A esa hora, las dos puertas de San Pablo fluían un río que siempre confluía en el mismo lugar: el pie del presbiterio en que esperaban el Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de las Angustias, cada uno en su paso, radiante de emoción el ambiente ante lo que espera esta tarde. Era el comienzo de uno de los grandes ejes de las cofradías en la ciudad, y por la calle San Pablo primero y luego por el Realejo iban y venían los grupos de cofrades, cordobeses y de fuera, que admiraban a las imágenes: Jesús de las Penas en San Andrés, el Cristo del Remedio de Ánimas en San Lorenzo y el Rescatado en su iglesia. La estampa de las fotos con los móviles es inevitable, aunque no es la única.
En San Hipólito muchos han admirado a Nuestra Señora Reina de los Mártires, con un exquisito exorno de rosas blancas y la cera rizada, ausente desde hace más de dos décadas de un paso de palio que esta tarde, de forma excepcional y por segunda vez en su historia, caminará al son de la música ausente en su Madrugada. En San Nicolás, la falta de la Virgen de Gracia y Amparo ha permitido abrir las puertas para admirar el misterio de la Sentencia, y en Capuchinos, el Señor de la Humildad y Paciencia recibía a su gente con la túnica morada que no pudo lucir en la calle el Miércoles Santo y un friso de claveles rojos, también evocadores de años pasados en el espectacular misterio.
Hacia la una del mediodía el ambiente ha sido ya de fiesta grande, con toda la emoción que se esperaba de este día. En San Basilio, donde está el Señor de la Pasión, hay patios abiertos. El Señor Caído esperaba en la nave de donde sale la cofradía, también rodeado por los suyos, y el misterio de la Redención lo hacía en su casa de hermandad por unas obras en la iglesia. A falta de sólo unas horas, y con todo el grueso de los visitantes y cordobeses todavía por venir, el cielo está despejado de amenazas y todo apunta a que la consideración de día histórico no será una hipérbole.