Con Él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su
izquierda. Mc 15 27
Dos peregrinos de caminos de perdición confluyeron en tu cruce de caminos cuando vino a reclamarte la reina de la guadaña. Ante tu Divina Providencia, uno decidió purificar el terreno que transitaba su cotidianidad, transformándolo en sendero de conversión, de retorno a la casa del Padre, de perdón y penitencia. Lentamente fue extrayendo cada escollo con que sistemáticamente tropezaban las ruedas de su caravana. Bastó una mirada, una palabra… el arrepentimiento sincero… y el esfuerzo y el sudor de sacar una a una cada piedra que había ido preñando la linde. Sin embargo. lo sencillo es sentarse a esperar, sin abordar el sacrificio que supone cambiar el mundo que nos rodea… y el otro caminante renunció al arduo trabajo, dejando el sendero plagado de rocas.
Tú no impones acatar tu bendito mensaje. Lo muestras para que la humanidad comprenda la forma correcta de avanzar, de vivir. Y el libre albedrío del hombre determina su aceptación o su rechazo. Mientras tanto, reservas un lugar en tu ribera celestial al que quiera escucharte, ofreciéndolo todo a cambio de la amistad y el amor verdadero.
A visitar a la
muerte
te fuiste con
compañía...
Peregrinos a tu lado,
dos romeros del
pecado,
hurtadores de lo
ajeno;
uno que a tu puerta
sabes que ha llamado
y otro que se aleja
de tus mandamientos.
A tu vera atesorado
un lugar siempre
guardado
pa’ quien busca tu
querencia;
y que renegando de
tiempos pasados,
goza del perdón
eterna recompensa.
Dame el Perdón mi
Señor,
que sin tu Norte me
muero,
huérfano de tu calor;
dame una choza en el
Cielo