¿Aportan mucho o poco las hermandades de Sevilla a la Archidiócesis? Éste es el debate que se abrió el pasado viernes cuando el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, hizo públicas las cuentas de la Iglesia, anunciando que sólo un 8 por ciento de las cofradías pagaban su diezmo.
La realidad es que, sumando la cantidad destinada al seminario, al fondo común diocesano y de las colectas, las hermandades de Sevilla capital aportan 162.000 euros a la diócesis. No obstante, de las 60 hermandades que realizan estación de penitencia a la Catedral, un tercio de ellas (22) no destinan un solo euro en estas materias. Si hablamos de las vísperas, de las nueve hermandades, sólo dos (Pasión y Muerte y La Misión) destinan una cantidad a Palacio. La cifra aún es menor si hablamos de las glorias, ya que de 124 sólo 8 aportan al seminario, fondo común o por colectas.
Si se analiza el cuadro, llama la atención la diferencia entre lo que paga el Gran Poder –con diferencia la que más aporta– (39.000 euros) con el resto de las cofradías. Éste es el top ten de las hermandades que más dinero le dan a la diócesis:
1. Gran Poder (39.007,04)
2. La Macarena (8.766,95)
3. Los Estudiantes (8.500)
4. La Estrella (5.942)
5. El Amor (5.921)
6. El Silencio (5.900)
7. San Gonzalo (5.300)
8. San Isidoro (4.900)
9. La Mortaja (4.793,12)
10. La Misión (4.525)
Otra de las cosas que más llaman la atención es cómo el grueso de las hermandades que aportan se concentra entre el Jueves y el Sábado Santo, mientras que las cofradías del Martes y el Miércoles son las que menos aportan en número.
Hay quien afirma que este balance económico de la Archidiócesis de Sevilla no contempla otras aportaciones que realizan las cofradías a la Iglesia –no ya a Caridad–. De esta forma, si se incluyeran las aportaciones que se ofrecen a los predicadores de los cultos y a las parroquias –que no pasa necesariamente por las cuentas de Palacio sino de cada templo–, la cifra se incrementaría mucho más. Y, en otro caso, faltaría nombrar las cantiades que las hermandades aportan para el mantenimiento de los templos, donde las cifras se multiplicarían. De hecho, un gran número de hermandades no tributa al fondo común diocesano ya que el mantenimiento de sus sedes canónicas depende exclusivamente de sus presupuestos, un dinero que se ahorra Palacio.