Blas Jesús Muñoz. Aun recuerdo cuando llegó a casa por primera vez. Fue mi regalo de reyes, por anticipado, aquel año. Aun recuerdo esos artículos de Carlos Colón sobre el Señor que abrieron mis pupilas hasta dilatarse y que sacudieron la poca razón que uno conserva para cuestionar la realidad sin miedo a pensar diferente, a sentir tanto o más que cualquiera. Aun recuerdo como pasaba y repasaba cada página, como un niño, como un simple devoto que, ante Él, el corazón le late acompasado en su frenesí, enamorado de su Dios, que no es otro que el Gran Poder.
Como cada año desde la última década, el Anuario del Gran Poder nos propone una de las ediciones más cuidadas que se han realizado en cofradías. 168 páginas, más de 150 imágenes, colaboraciones de diversa índole como las de Enrique Guevara, Pedro Luengo, Francisco J. González, José Luis Gómez, Pedro Manzano, José Roda, Alberto Villar, Francisco Robles, Francisco de Borja Medina, Enrique Belloso o José Mª Rubio Rubio.
Cuando llega el Anuario comienza mi Navidad, mi Semana Santa, Pentecostés y año nuevo. Porque cuando llega a casa, de una u otra forma, viene Dios a verme sin pedir nada. Quizá, porque sabe que yo no puedo ir todo lo que me gustaría a verlo a Él.
