Blas J. Muñoz. Azul y sol y en la Catedral lucían las Palmas con la esperanza de salvar la primera jornada de la Semana Santa. Las imágenes de la Entrada Triunfal saliendo del primer templo de la diócesis marcaban el inicio de una Semana Santa emocionante y emocional por el sueño cumplido. Y los Sones de Caído y Fuensanta se proyectaban mejor que nunca.
Aun en el invierno, por unas horas, la llegada del mediodía dictó su cruel destino. Las nubes ganaron terreno y un aguacero más que considerable propició que la cofradía se refugiara en el Instituto Góngora. Esperaron el claro y volvieron a San Lorenzo sin música y a paso mudá. El desenlace parecía escrito.
Llegó la tarde y el Amor pedía media hora para cumplirla y salir. Tuvieron que regresar cuando la lluvia volvía a aparecer, mientras el Rescatado anunciaba la suspensión de su estación de penitencia. Después harían lo propio Penas y Esperanza. Y, sorprendentemente, el Huerto apuntaba otra media hora concedida para salir tras un considerable chaparrón.
No hubo suerte, con el Amarrado a la Columna entrando en Carrera Oficial, la lluvia regresó. La cofradía no tomó el refugio del Góngora en esta ocasión y el cortejo tomó Alfonso XIII para caminar bajo el agua de vuelta a San Francisco.
Nos quedamos con las ganas de disfrutar de la Catedral nada más empezar la Semana Santa. Y puede que la historia se repita este Lunes y Martes, pero lo que es seguro (más allá de los análisis que han de venir) es que el paso de las hermandades no tiene o no debe tener vuelta atrás. Habrá más Domingos de Ramos.
Fotos Jesús Caparrós