Guillermo Rodríguez. Con los fuegos artificiales de la feria aun en las retinas y con sabor a rebujito en las gargantas, el próximo martes 31, antes de que comience Junio, como publicamos en Gente de Paz el pasado 4 de abril, tendrá lugar una de las asambleas de la Agrupación más determinantes que se recuerdan. El traslado de la carrera oficial al entorno de la Catedral no es cualquier cosa.
Cabe recordar que en los años sesenta del pasado siglo se hizo un primer intento en un formato de Semana Santa que, salvando las distancias, se asemejaba al actual. Tuvo que pasar más de medio siglo y encontrarnos ante el escenario de una situación política convulsa para que, en noviembre de 2015, se asumiera que todas las hermandades irían al templo catedralicio en 2016. A cuatro días de la esperada votación que tiene tintes definitivos, la situación es, por decirlo suave, confusa.
Es difícil de asumir o llamativo, al menos, que se convoque a los responsables de las cofradías para una decisión de tal envergadura 27 días antes de las elecciones a Presidente del ente cofrade ¿Qué hubiera pasado si otro candidato hubiera dado un paso al frente?
Además de esto, otros problemas planean en el horizonte. Hay corporaciones que nunca han visto claro un traslado definitivo. Unas por cuestiones técnicas y otras por propia definición. Y pese a que la mayoría aboga por el traslado, no queda nada claro, como ya les informábamos, que las que han venido haciendo estación de penitencia estén dispuestas a renunciar a transitar por el interior del templo, como han hecho algunas de ellas este año.
Si será un referéndum previo a los comicios dependerá de lo que acontezca en el debate y posterior votación del martes. Aunque la unanimidad, a cuatro días de la cita no parece tan cercana como hace unos meses. Las circunstancias son otras.