Carlos Medina. Corren las aguas turbulentas en la hermandad onubense de la Sagrada Cena cuyos hermanos han conocido, en un Cabildo Extraordinario convocado al efecto, la decisión de la junta gestora que hasta ahora ha regido los destinos de la corporación del Domingo de Ramos, de dimitir de sus cargos de manera inexcusable.
Sin duda se trata del peor momento en la historia reciente de la cofradía del Polvorín. La hermandad, que hace dos años no encontró a nadie para hacerse al frente de la Junta de Oficiales, ve mermada aún más sus esfuerzos tras la dimisión en bloque de la gestora que lleva al cargo de la cofradía desde el 2015, encabezada por Mariola Luengo.
Un momento duro que se consolidó aún más tras ver cómo se quedaron las elecciones desiertas y que, debido a los problemas que atraviesa la cofradía, deja a la Cena en un futuro muy poco halagüeño del que será complicada una mínima recuperación que permita afrontar con cierta solvencia la Cuaresma y la subsiguiente Semana Santa.
Una situación extremadamente compleja a resultas de cual incluso podría peligrar su salida procesional desde la Iglesia del Sagrado Corazón la próxima primavera habida cuenta del vacío de poder en el que se halla la cofradía.