Adrián Martín. Pese a que aún no ha habido un comunicado oficial, se puede ya dar por hecho que la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo de la Iglesia de San Ildefonso de Sevilla, realizará una salida extraordinaria el próximo 17 de marzo y, por primera vez, en un paso procesional. Así lo han adelantado los compañeros de Diario de Pasión.
Lo hará concretamente sobre el trono de San Juan Bosco, cedido por los Salesianos de la Trinidad, ya que anteriormente sus salidas han sido realizadas sobre andas, tal y como hace en el ViaCrucis de la Pía Unión en 1959 o en las Misiones Generales de 1965.
Así, en esta salida extraordinaria, la imagen de Nuestro Padre Cautivo y Rescatado que llegara a la Iglesia de San Ildefonso en 1909 y que recoge gran devoción, se podrá ver en una estampa inédita, que contará con el acompañamiento musical de la Agrupación Musical de la Redención, que interpretará su repertorio más clásico.
Origen de la devoción
En 1614, España llevó a cabo la conquista de la fortaleza norteafricana de La Mámora (actual Mehdía), perteneciente al reino de Fez, que desde el siglo XVI se había convertido en un nido de piratas berberiscos y a la que se rebautizó como San Miguel de Ultramar.
Para defender la plaza se construyó un recinto fortificado diseñado por Cristóbal de Rojas, al que se dio el nombre de San Felipe y que conllevó el desarrollo de una población con viviendas y servicios.
Para cuidar de la atención espiritual de los soldados españoles se reconvirtió en iglesia cristiana a una mezquita de la citada plaza fuerte, cuya atención fue encomendada a los Franciscanos, quienes en 1645 fueron reemplazados por frailes capuchinos. Poco tiempo después el templo resultó destruido por una explosión en uno de los numerosos ataques perpetrados por los musulmanes, lo que obligó a su reconstrucción. Para reponer cuanto era necesario, se enviaron desde la Península distintos enseres, entre ellos una imagen de Jesús Nazareno que, en principio, estaba destinada al convento sevillano de los capuchinos y llegó a La Mámora entre 1665 y 1688.
Finalmente el 30 de abril de 1681, La Mámora se rindió al rey de Fez, Mulay Ismaíl, cuyas tropas se cobraron un gran botín en personas y enseres sagrados, que fueron trasladados a Mequinez, residencia del monarca musulmán, quien ordenó que la imagen de Jesús Nazareno fuera arrastrada por las calles de la ciudad y después arrojada a un muladar, momento que recoge el conocido cuadro de Valdés Leal. En tales circunstancias, un cautivo que se encontraba presente dijo al rey: “Señor, esas alhajas, si la reserváis, os darán los Padres de la Redención, por ellas, algunos moros cautivos de los que se hallan en poder de los cristianos”.
La profanación de la efigie de Jesús Nazareno fue contemplada por fray Pedro de los Ángeles, religioso trinitario, que se encontraba en Mequinez negociando la redención de cautivos cristianos. Aún a riego de su vida, fray Pedro de los Ángeles se presentó ante Mulay Ismaíl y le solicitó el rescate de dicha imagen.
Una leyenda afirma que el rey musulmán solicitó que se pagara como rescate por la imagen el peso de la misma en oro. Puesta en una balanza, fue tasada en treinta monedas, la misma cantidad de la traición de Judas.
La imagen rescatada de Jesús Nazareno fue trasladada desde Mequinez a Tetuán y de allí a Ceuta, donde llegó el 28 de enero de 1682, para pasar después a nuestra Península: Gibraltar, Sevilla y, finalmente, Madrid, llegando al Convento de los Trinitarios Descalzos el 21 de agosto del citado año, donde quedó emplazada.
Como muy pronto creciera la devoción hacia la imagen del Nazareno, los Duques de Medinaceli donaron un terreno para que se le labrara una capilla en octubre de 1686. A partir de ese momento la imagen empezaría a ser conocida como Jesús de Medinaceli, gozando desde entonces de singular veneración por parte del pueblo de Madrid.
La devoción llega a Sevilla
En los siglos XVI y XVII eran muchos los cristianos capturados por los sarracenos que quedaron reducidos a la esclavitud. Los más afortunados -recuérdese el caso de Miguel de Cervantes- fueron rescatados gracias a la humanitaria labor de las Órdenes de la Santísima Trinidad y de la Merced, dedicadas a la redención de cautivos.
Este asunto despertaba una especial sensibilidad entre los españoles, para quienes la azarosa peripecia experimentada por la imagen de Jesús Nazareno propició la rápida propagación de su culto y devoción.
En Sevilla los trinitarios descalzos tenían su convento en una manzana comprendida entre la calle Descalzos, actual Plaza del Cristo de Burgos y calle Dormitorio. Juan Sierra levanta en 1625 la iglesia, que estaba dedicada a Ntra. Sra. de Gracia. En dicho templo se emplazó una imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, trasunto del madrileño Cristo de Medinaceli, obra anónima del siglo XVII, que pronto gozó de singular devoción.
La Desamortización eclesiástica del siglo XIX acarreó la desaparición del convento de los trinitarios descalzos. Sus dependencias fueron reconvertidas en vivienda y la iglesia quedó desacralizada dándole distintos usos.. Afortunadamente la Cofradía del Stmo. Cristo de Burgos adquirió este recinto en 1979, instalando en él su Casa de Hermandad. Se conserva su inconfundible torre, asomada a la calle Descalzos, con su característico chapitel bulboso. La pérdida de este convento hizo que sus enseres fueran repartidos entre distintos templos de la Archidiócesis y otros lugares. La imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado fue depositada en la iglesia de San Hermenegildo, situada en la Ronda de Capuchinos.
Jesús Cautivo en San Ildefonso
Para conocer cómo se produjo la llegada de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado a la Parroquia de San Ildefonso, recurrimos al libro de su Quinario publicado en 2001, donde en las páginas 16 y 17 se expone que: “En sesión celebrada el día 7 de febrero de 1909 por la Junta de Gobierno de la Confraternidad del Sagrado Escapulario de la Santísima Trinidad, establecida en la Parroquia de San Ildefonso, se acordó, a propuesta del Sr. Cura párroco y Director Espiritual de la susodicha Asociación, traer al seno de esta devotísima Imagen del Divino Redentor Cautivo y Rescatado, que, como queda dicho, se veneraba en la iglesia de San Hermenegildo, sita extramuros de esta Ciudad, donde se encontraba en calidad de sagrado depósito y a la cual Imagen tenía la Asociación del Sagrado Escapulario, ya mencionada, cierto derecho por su origen trinitario.
Con las licencias debidas para hacer su traslado y con la aprobación y beneplácito de la Hermandad de Caballeros de San Hermenegildo, establecida en la iglesia de su nombre, se organizó una solemne procesión en esta Iglesia, a las cuatro de la tarde del día 26 de marzo siguiente, a la que asistieron gran número de cofrades con velas encendidas, nutridas comisiones de las Hermandades del Santo Crucifijo, de San Agustín, y de Caballeros de San Hermenegildo y numerosos devotos del Señor, presididos por el Párroco de San Ildefonso […] Con este precioso rescate se completa esta Confraternidad de la Santísima Trinidad, pues en todas las iglesias de España que se da culto a esta Imagen lo recibe de la Orden Trinitaria o de sus Confraternidades”.
Desde entonces, la venerada imagen de Jesús Cautivo ocupa el retablo en que estuvo el Santísimo Cristo del Calvario hasta 1908, fecha en la que su Hermandad se trasladó a la capilla de San Gregorio.
El origen de la devoción a Jesús Nazareno Cautivo y Rescatado dio lugar al nacimiento de un nuevo modelo iconográfico. El momento de la Pasión representado hay que localizarlo en la Torre Antonia, después de que Jesús fuera presentado al pueblo por Pilato y antes de que iniciara el camino hacia el Calvario cargando con la cruz.
La imagen del Redentor se muestra un tanto frontal, con la cabeza levemente girada e inclinada hacia su derecha. Aparece con expresión serena, humilde, intimista y bondadosa; tez morena, cabellera natural, coronado de espinas, con potencias, maniatado y con los pies descalzos. Por lo general viste túnica morada, cordón de oro que cuelga desde el cuello, ciñe la cintura, ata las manos y cae hasta los pies. Luce en pecho y espalda un escapulario blanco con la cruz patada de la Orden de la Trinidad. Fue restaurado por José María Gamero Viñau en 1998.
Con su llegada a San Ildefonso, creció rápidamente la devoción a Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, hasta el punto de ser una de las más señeras no solo de la ciudad, sino también de la Archidiócesis. Cada viernes son innumerables los fieles que acuden a visitarlo, siendo incontables los que lo hacen durante los viernes de marzo, mes en el que se le tributan solemnes cultos.
Salidas extraordinarias
La sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado ha procesionado en algunas ocasiones de forma extraordinaria y siempre en andas. En ese sentido merece recordarse el Vía Crucis de la Pía Unión al templete de la Cruz del Campo que presidió el 13 de febrero de 1959 y del que se conserva una curiosa instantánea de la Primera estación a las puertas de la Casa de Pilatos.
En algunos medios se ha venido afirmando erróneamente que la imagen del Señor Cautivo presidió el Vía Crucis de la Pía Unión de 1964, cuando en realidad ese año dicho acto se celebró en la Plaza de Pilatos y por vez primera con el “Lignum Crucis” que se custodia en la Casa Ducal de Medinaceli de nuestra ciudad.
En las Misiones Generales de 1965, Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado salió a las cinco y media de la tarde del jueves 28 de enero hacia el Centro de Misión nº 3, zona 10, del barrio del Porvenir instalado en el refugio Luca de Tena. Las andas fueron llevadas por los “carretilleros de la caridad” de San Juan de Dios, siguiéndose el siguiente itinerario: Plaza de San Ildefonso, Boteros, Cabeza del Rey Don Pedro, Muñoz y Pabón, Federico Rubio, Fabiola, Puerta de la Carne, Jardines de Murillo, Av. Carlos V y calle ABC a donde llegó sobre las siete de dicha tarde. De este traslado se conserva la imagen inédita del paso de la sagrada imagen por los Jardines de Murillo. Allí presidió un Triduo preparatorio de las Misiones los días 28, 29 y 30 de enero.
A las diez de la mañana del domingo 31 de enero, la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado fue llevada desde el centro misional hasta la Santa Iglesia Catedral. Para esta ocasión las andas fueron exornadas por D. Emilio Vara con flores enviadas por los Hermanos de San Juan de Dios. A las cuatro y media de la tarde salió de nuestro primer templo por la actual Avenida de la Constitución para dirigirse al altar instalado ante la fachada del edificio de Correos, donde junto a la Patrona de Sevilla, la Santísima Virgen de los Reyes, presidió el acto de apertura oficial de las Misiones Generales. Concluida esta ceremonia, volvió a la Santa Iglesia Catedral y desde allí fue nuevamente trasladado por el barrio de Santa Cruz al centro misional del refugio Luca de Tena. El retorno a San Ildefonso se llevó a cabo a las siete y media de la tarde del domingo 14 de febrero.
Andas procesionales
Para presidir el Vía Crucis del último viernes de marzo, la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado es emplazada en sus andas procesionales, cuyo estreno tuvo lugar el 27 de marzo de 1998. Presenta una canastilla de caoba en su color y estilo Renacimiento con cuatro capillas, distribuidas en el frente, trasera y laterales, flanqueadas por columnas que cobijan las imágenes de San Ildefonso, el Apóstol Santiago, la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora de los Reyes. En las esquinas se sitúan cuatro faroles de madera con columnas iguales a las de la canastilla y coronas. La labor de talla y madera se debe al taller de los Hermanos Caballero, en tanto que la orfebrería es de Manuel de los Ríos. El llamador es obra de Fernando Marmolejo.
Texto documental José Francisco Haldón Reina
Foto M. J. Rodríguez Rechi
Origen de la devoción
En 1614, España llevó a cabo la conquista de la fortaleza norteafricana de La Mámora (actual Mehdía), perteneciente al reino de Fez, que desde el siglo XVI se había convertido en un nido de piratas berberiscos y a la que se rebautizó como San Miguel de Ultramar.
Para defender la plaza se construyó un recinto fortificado diseñado por Cristóbal de Rojas, al que se dio el nombre de San Felipe y que conllevó el desarrollo de una población con viviendas y servicios.
Para cuidar de la atención espiritual de los soldados españoles se reconvirtió en iglesia cristiana a una mezquita de la citada plaza fuerte, cuya atención fue encomendada a los Franciscanos, quienes en 1645 fueron reemplazados por frailes capuchinos. Poco tiempo después el templo resultó destruido por una explosión en uno de los numerosos ataques perpetrados por los musulmanes, lo que obligó a su reconstrucción. Para reponer cuanto era necesario, se enviaron desde la Península distintos enseres, entre ellos una imagen de Jesús Nazareno que, en principio, estaba destinada al convento sevillano de los capuchinos y llegó a La Mámora entre 1665 y 1688.
Finalmente el 30 de abril de 1681, La Mámora se rindió al rey de Fez, Mulay Ismaíl, cuyas tropas se cobraron un gran botín en personas y enseres sagrados, que fueron trasladados a Mequinez, residencia del monarca musulmán, quien ordenó que la imagen de Jesús Nazareno fuera arrastrada por las calles de la ciudad y después arrojada a un muladar, momento que recoge el conocido cuadro de Valdés Leal. En tales circunstancias, un cautivo que se encontraba presente dijo al rey: “Señor, esas alhajas, si la reserváis, os darán los Padres de la Redención, por ellas, algunos moros cautivos de los que se hallan en poder de los cristianos”.
La profanación de la efigie de Jesús Nazareno fue contemplada por fray Pedro de los Ángeles, religioso trinitario, que se encontraba en Mequinez negociando la redención de cautivos cristianos. Aún a riego de su vida, fray Pedro de los Ángeles se presentó ante Mulay Ismaíl y le solicitó el rescate de dicha imagen.
Una leyenda afirma que el rey musulmán solicitó que se pagara como rescate por la imagen el peso de la misma en oro. Puesta en una balanza, fue tasada en treinta monedas, la misma cantidad de la traición de Judas.
La imagen rescatada de Jesús Nazareno fue trasladada desde Mequinez a Tetuán y de allí a Ceuta, donde llegó el 28 de enero de 1682, para pasar después a nuestra Península: Gibraltar, Sevilla y, finalmente, Madrid, llegando al Convento de los Trinitarios Descalzos el 21 de agosto del citado año, donde quedó emplazada.
Como muy pronto creciera la devoción hacia la imagen del Nazareno, los Duques de Medinaceli donaron un terreno para que se le labrara una capilla en octubre de 1686. A partir de ese momento la imagen empezaría a ser conocida como Jesús de Medinaceli, gozando desde entonces de singular veneración por parte del pueblo de Madrid.
La devoción llega a Sevilla
En los siglos XVI y XVII eran muchos los cristianos capturados por los sarracenos que quedaron reducidos a la esclavitud. Los más afortunados -recuérdese el caso de Miguel de Cervantes- fueron rescatados gracias a la humanitaria labor de las Órdenes de la Santísima Trinidad y de la Merced, dedicadas a la redención de cautivos.
Este asunto despertaba una especial sensibilidad entre los españoles, para quienes la azarosa peripecia experimentada por la imagen de Jesús Nazareno propició la rápida propagación de su culto y devoción.
En Sevilla los trinitarios descalzos tenían su convento en una manzana comprendida entre la calle Descalzos, actual Plaza del Cristo de Burgos y calle Dormitorio. Juan Sierra levanta en 1625 la iglesia, que estaba dedicada a Ntra. Sra. de Gracia. En dicho templo se emplazó una imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, trasunto del madrileño Cristo de Medinaceli, obra anónima del siglo XVII, que pronto gozó de singular devoción.
La Desamortización eclesiástica del siglo XIX acarreó la desaparición del convento de los trinitarios descalzos. Sus dependencias fueron reconvertidas en vivienda y la iglesia quedó desacralizada dándole distintos usos.. Afortunadamente la Cofradía del Stmo. Cristo de Burgos adquirió este recinto en 1979, instalando en él su Casa de Hermandad. Se conserva su inconfundible torre, asomada a la calle Descalzos, con su característico chapitel bulboso. La pérdida de este convento hizo que sus enseres fueran repartidos entre distintos templos de la Archidiócesis y otros lugares. La imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado fue depositada en la iglesia de San Hermenegildo, situada en la Ronda de Capuchinos.
Jesús Cautivo en San Ildefonso
Para conocer cómo se produjo la llegada de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado a la Parroquia de San Ildefonso, recurrimos al libro de su Quinario publicado en 2001, donde en las páginas 16 y 17 se expone que: “En sesión celebrada el día 7 de febrero de 1909 por la Junta de Gobierno de la Confraternidad del Sagrado Escapulario de la Santísima Trinidad, establecida en la Parroquia de San Ildefonso, se acordó, a propuesta del Sr. Cura párroco y Director Espiritual de la susodicha Asociación, traer al seno de esta devotísima Imagen del Divino Redentor Cautivo y Rescatado, que, como queda dicho, se veneraba en la iglesia de San Hermenegildo, sita extramuros de esta Ciudad, donde se encontraba en calidad de sagrado depósito y a la cual Imagen tenía la Asociación del Sagrado Escapulario, ya mencionada, cierto derecho por su origen trinitario.
Con las licencias debidas para hacer su traslado y con la aprobación y beneplácito de la Hermandad de Caballeros de San Hermenegildo, establecida en la iglesia de su nombre, se organizó una solemne procesión en esta Iglesia, a las cuatro de la tarde del día 26 de marzo siguiente, a la que asistieron gran número de cofrades con velas encendidas, nutridas comisiones de las Hermandades del Santo Crucifijo, de San Agustín, y de Caballeros de San Hermenegildo y numerosos devotos del Señor, presididos por el Párroco de San Ildefonso […] Con este precioso rescate se completa esta Confraternidad de la Santísima Trinidad, pues en todas las iglesias de España que se da culto a esta Imagen lo recibe de la Orden Trinitaria o de sus Confraternidades”.
Desde entonces, la venerada imagen de Jesús Cautivo ocupa el retablo en que estuvo el Santísimo Cristo del Calvario hasta 1908, fecha en la que su Hermandad se trasladó a la capilla de San Gregorio.
El origen de la devoción a Jesús Nazareno Cautivo y Rescatado dio lugar al nacimiento de un nuevo modelo iconográfico. El momento de la Pasión representado hay que localizarlo en la Torre Antonia, después de que Jesús fuera presentado al pueblo por Pilato y antes de que iniciara el camino hacia el Calvario cargando con la cruz.
La imagen del Redentor se muestra un tanto frontal, con la cabeza levemente girada e inclinada hacia su derecha. Aparece con expresión serena, humilde, intimista y bondadosa; tez morena, cabellera natural, coronado de espinas, con potencias, maniatado y con los pies descalzos. Por lo general viste túnica morada, cordón de oro que cuelga desde el cuello, ciñe la cintura, ata las manos y cae hasta los pies. Luce en pecho y espalda un escapulario blanco con la cruz patada de la Orden de la Trinidad. Fue restaurado por José María Gamero Viñau en 1998.
Con su llegada a San Ildefonso, creció rápidamente la devoción a Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, hasta el punto de ser una de las más señeras no solo de la ciudad, sino también de la Archidiócesis. Cada viernes son innumerables los fieles que acuden a visitarlo, siendo incontables los que lo hacen durante los viernes de marzo, mes en el que se le tributan solemnes cultos.
Salidas extraordinarias
La sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado ha procesionado en algunas ocasiones de forma extraordinaria y siempre en andas. En ese sentido merece recordarse el Vía Crucis de la Pía Unión al templete de la Cruz del Campo que presidió el 13 de febrero de 1959 y del que se conserva una curiosa instantánea de la Primera estación a las puertas de la Casa de Pilatos.
En algunos medios se ha venido afirmando erróneamente que la imagen del Señor Cautivo presidió el Vía Crucis de la Pía Unión de 1964, cuando en realidad ese año dicho acto se celebró en la Plaza de Pilatos y por vez primera con el “Lignum Crucis” que se custodia en la Casa Ducal de Medinaceli de nuestra ciudad.
En las Misiones Generales de 1965, Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado salió a las cinco y media de la tarde del jueves 28 de enero hacia el Centro de Misión nº 3, zona 10, del barrio del Porvenir instalado en el refugio Luca de Tena. Las andas fueron llevadas por los “carretilleros de la caridad” de San Juan de Dios, siguiéndose el siguiente itinerario: Plaza de San Ildefonso, Boteros, Cabeza del Rey Don Pedro, Muñoz y Pabón, Federico Rubio, Fabiola, Puerta de la Carne, Jardines de Murillo, Av. Carlos V y calle ABC a donde llegó sobre las siete de dicha tarde. De este traslado se conserva la imagen inédita del paso de la sagrada imagen por los Jardines de Murillo. Allí presidió un Triduo preparatorio de las Misiones los días 28, 29 y 30 de enero.
A las diez de la mañana del domingo 31 de enero, la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado fue llevada desde el centro misional hasta la Santa Iglesia Catedral. Para esta ocasión las andas fueron exornadas por D. Emilio Vara con flores enviadas por los Hermanos de San Juan de Dios. A las cuatro y media de la tarde salió de nuestro primer templo por la actual Avenida de la Constitución para dirigirse al altar instalado ante la fachada del edificio de Correos, donde junto a la Patrona de Sevilla, la Santísima Virgen de los Reyes, presidió el acto de apertura oficial de las Misiones Generales. Concluida esta ceremonia, volvió a la Santa Iglesia Catedral y desde allí fue nuevamente trasladado por el barrio de Santa Cruz al centro misional del refugio Luca de Tena. El retorno a San Ildefonso se llevó a cabo a las siete y media de la tarde del domingo 14 de febrero.
Andas procesionales
Para presidir el Vía Crucis del último viernes de marzo, la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado es emplazada en sus andas procesionales, cuyo estreno tuvo lugar el 27 de marzo de 1998. Presenta una canastilla de caoba en su color y estilo Renacimiento con cuatro capillas, distribuidas en el frente, trasera y laterales, flanqueadas por columnas que cobijan las imágenes de San Ildefonso, el Apóstol Santiago, la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora de los Reyes. En las esquinas se sitúan cuatro faroles de madera con columnas iguales a las de la canastilla y coronas. La labor de talla y madera se debe al taller de los Hermanos Caballero, en tanto que la orfebrería es de Manuel de los Ríos. El llamador es obra de Fernando Marmolejo.
Texto documental José Francisco Haldón Reina
Foto M. J. Rodríguez Rechi