Reproducimos a continuación un excelente artículo acerca del incendio
de la iglesia de San Julián de Sevilla provocado el 8 de abril de 1932, durante
la legítima, democrática e idealizada IIª República española, a la que ciertos
sectores sociales invocan constantemente y que sistemáticamente ponen como ejemplo
de respeto y libertad.
Una vez más, hacemos constar que únicamente pretendemos que la memoria
histórica valore cada suceso en su justo término, compensando dentro de nuestras humildes posibilidades la versión oficial que rema siempre en un único
sentido.
A pesar de la considerable extensión del texto, rogamos encarecidamente leerlo en su totalidad, ya que su profusión en detalles, permite apreciar con absoluta nitidez el alcance de la destrucción provocada.
A pesar de la considerable extensión del texto, rogamos encarecidamente leerlo en su totalidad, ya que su profusión en detalles, permite apreciar con absoluta nitidez el alcance de la destrucción provocada.
Gente de Paz
"La memoria parece grande
por lo que muestra en recuerdos; lo es mucho más por lo que ciertamente
esconde". Niceto Alcalá Zamora. Primer presidente de la IIª República
española.
Las Hermandades sevillanas a lo
largo de su historia han vivido momentos esplendorosos y otros realmente
desgraciados. Unos y otros se recuerdan como efemérides de episodios que
significaron un acontecimiento que marcaron un hito. La Hermandad de la
Hiniesta sufrió el 8 de abril de 1932 uno de los más trágicos en su larga historia,
el incendio de la iglesia parroquial de San Julián, sede canónica de la
Hermandad. El patrimonio material quedaría totalmente destruido, a excepción de
la imagen de la Inmaculada Concepción, las caídas del palio y algunos enseres
más. Ochenta y un años después es preciso recordar algunas cuestiones que
rodearon el mismo y sobre todo traer a conocimiento de la mayoría de nosotros
algunos detalles desconocidos hasta hoy.
La Hermandad a fines de la
década de los veinte
Para acercarnos al tema que
estudiamos en esta ocasión, hemos creído apropiado hacer algunas
consideraciones sobre el estado en el que se encontraba la Hermandad a fines de
la década de los veinte y comienzo de los treinta de la centuria pasada. La
Cofradía contaba con numerosas reformas que se fueron realizando en este
periodo, así el paso de palio, que era de cajón desde su concepción en 1905 por
el bordador Juan Manuel Rodríguez Ojeda, se transforma en palio de figura en
1927, tras pasarse a nuevo soporte de terciopelo azul, debido al deterioro
producido por una increíble lluvia que le cayó el año anterior durante la
estación de penitencia el Domingo de Ramos. Dicha estación resultó accidentada
puesto que las condiciones meteorológicas fueron desfavorables, saliendo la
Cofradía a las cuatro de la tarde, teniendo que volverse para salir finalmente
a las seis de la tarde. Cuando estaba de vuelta al templo de San Julián cayó un
nuevo aguacero que afectó notablemente a ambos pasos, especialmente al de
palio. Al ya referido pasado y transformación de los bordados del palio hay que
citar como reformas importantes en 1927, en cuanto a la orfebrería, la nueva
candelería, peana y ocho jarras.
Todas estas actuaciones debieron suponer un
desembolso elevado de dinero para las arcas de la Hermandad, por lo que se
tomaron una serie de medidas para compensar estos gastos, así se cambia el
acompañamiento musical del paso de Cristo, pasando de una banda de cornetas y
tambores a una capilla musical. Por otra parte, los señores Eladio García de la
Borbolla y Guillermo Carrasquilla Rodríguez, fiscal y mayordomo,
respectivamente en 1927, idearon como forma extraordinaria de obtener ingresos,
la emisión de unas obligaciones que fueron cubiertas por los hermanos, y que
sirvieron para que prácticamente en los tres años siguientes a su emisión se
remodelara el paso de palio por completo con restauraciones y estrenos. A
título anecdótico podemos decir que ese mismo año salieron en la Cofradía
ciento sesenta hermanos, con túnicas de capa en el cortejo del paso de palio y
de cola en la del Cristo 1.
En el año 1928 se pasaría el manto que también quedó dañado en la lluvia del
Domingo de Ramos de 1926 y se estrenaron los paños de bocina. En el paso del
Cristo de la Buena Muerte destacaban los cuatro ángeles que se colocaron en las
esquinas sobre el canasto y junto a los candelabros de guardabrisas. Parece que
provenían de un altar de la iglesia que era propiedad de la Hermandad y eran
obra de Pedro Duque Cornejo, del siglo XVIII, que fueron adaptados para que
procesionasen en este paso 2.
Continuando con las reformas del palio, en el año 1929 se estrenaría el
magnífico juego de faldones bordados, bajo diseño y ejecución del taller de
Juan Manuel Rodríguez Ojeda, así como la terminación del pasado del manto 3.
En el año 1930 con el paso de
palio terminado en todos sus enseres más importantes, se procedió a cambiar el
acompañamiento musical del mismo. La extraordinaria Banda de Música del
Regimiento Soria 9, que durante los años veinte había acompañado a nuestro paso
de palio, y que fue la que en el año 1925 estrenara la hermosa marcha
procesional, La Estrella Sublime, dedicada por su director Manuel López Farfán
a la Virgen de la Hiniesta, deja de acompañarlo, siendo sustituida por la Banda
de Música de Tomares (Sevilla) 4. En el año 1931, vísperas del fatal
incendio que destruiría las imágenes titulares de la Hermandad y todo el
patrimonio artístico de la parroquia, la Cofradía estrenó nuevas insignias y
los varales del palio, con lo que la orfebrería del paso de la Virgen de la
Hiniesta quedaría reformada completamente 5.
La Hermandad es entonces cuando empieza a pensar en la realización de un nuevo
paso para el Cristo de la Buena Muerte, proyecto que no llegaría a realizarse
debido a que en 1932 la iglesia parroquial de San Julián era incendiada 6.
Los cultos cuaresmales a lo largo
de estos años previos al fatal incendio, se celebraban con especial solemnidad,
en un principio los septenarios, desde los años 1926 a 1929, quinario, en 1930
y triduo en 1931 7. Estas variaciones en cuanto a la tipología de
los cultos estaban relacionadas con toda seguridad con las posibilidades
económicas para la realización de los mismos. A pesar de todo, en las crónicas
periodísticas se destacaban la profusión de velas y flores con que eran
adornados los altares de culto. En el año 1928, como ejemplo, se montó un
grandioso altar con un dosel bordado en oro donde se colocó a la Virgen de la
Hiniesta, presidiendo la función principal de instituto el cardenal arzobispo
de Sevilla, Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Eustaquio Ilundáin y Esteban.
Era tradición en estos años la celebración de la comida de la Hermandad, tras
la función principal en el Hotel San Sebastián, situado en la calle Martín
Villa, 3 8. La asistencia solía ser muy nutrida ya que se pasaba de
los cincuenta comensales, teniendo en cuenta que la nómina de hermanos ascendía
en 1932 a trescientos sesenta y ocho 9. Este hotel era propiedad de
la viuda de José Gómez y se dieron lugar momentos entrañables con personajes
ilustres pertenecientes a la Hermandad y la audición de las tradicionales
saetas en los postres del almuerzo. Eran muy aplaudidos los discursos que
pronunciaba el Director Espiritual de la Hermandad y párroco de San Julián,
Rvdo. P. D. Ismael Delgado Rasco 10.
Son numerosos los personajes
ilustres que formaban parte de la Hermandad o que tenían algún tipo de relación
con la misma, destacando los famosos escritores Joaquín y Serafín Álvarez
Quintero, el coronel del Regimiento de Infantería Granada 34 José Cubiles Blanco,
gentilhombre de S. M. Alfonso XIII, que ostentaba el cargo de Hermano Mayor, el
señor teniente fiscal de la Audiencia Provincial de Sevilla, Salvador Alarcón
Horcas, el culto letrado Francisco de la Cueva Fernández, los periodistas
Salvador Baireda de Terán, Joaquín Quiñones Rodríguez y José Domínguez Casado
Españita, los tres muy devotos de las imágenes titulares de la Hermandad,
ocupando cargos de diputados de tramo y presidiendo los pasos algunos años.
Para finalizar con esta relación de personas destacadas de la sociedad
sevillana, debemos citar a S. A. R. el infante Carlos de Borbón y Borbón, hijo
de Francisco II, rey de las Dos Sicilias, S. A. R. la infanta María Luisa de
Orleáns, esposa en segundas nupcias del anterior, que incluso llegó a costear
la misa ante el paso de palio el Sábado de Pasión de 1926, y finalmente el
príncipe Carlos de Borbón y Orleáns, hijo del infante Carlos, que tenía como
preceptor a don José Sebastián y Bandarán, predicador oficial de la ciudad y
secretario de la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. Era
frecuente que estos componentes de la realeza vieran la salida de la Hermandad
en los años finales de la década de los veinte. 11
Esta salida era de las más
esperadas por los cofrades sevillanos debido a su dificultad, siendo resuelta
con perfección por su capataz apodado como El francés. Entre los proyectos de
vida interna de la Hermandad destacamos la profunda reforma de consolidación y
solería que se hizo en la Sala Capitular el año 1931. A la finalización de los
cultos de Cuaresma fue inaugurada esta restauración con la asistencia de
numerosos hermanos, miembros de la Asociación de Santa Lucía y del cura párroco
de San Julián. Ese año la comida de Hermandad se celebró en el Pasaje de
Oriente 12.
El incendio de la parroquia
de San Julián
La madrugada del viernes 8 de
Abril de 1932, concretamente entre la una y las dos de la madrugada comenzó un
voraz incendio que destruiría por completo el patrimonio mueble del templo
parroquial del señor San Julián y dejó el inmueble seriamente dañado,
desapareciendo sus techos y artesonados, quedando tan solo los muros y pilares.
Poco después de las doce de la
madrugada un grupo de turistas acompañados por vecinos de Sevilla estuvieron
visitando la plaza de San Julián y su entorno, concretamente la cruz de forja
del antiguo cementerio de la parroquia, que se encontraba en la pared de las
dependencias de la Sala Capitular de la Hermandad y de la casa del sacristán de
la parroquia, que son anexas al templo. Comentaron estos turistas la poca
seguridad y abandono en que se encontraba esta artística cruz, además de
advertir la escasa iluminación de los alrededores del templo con farolas
apagadas. Cerca de la una de la madrugada abandonaron la zona sin apreciar nada
extraño. Este testimonio se reafirma con el que dio un vecino del barrio que
vivía en una casa frente a la iglesia y que llegó a su casa acompañado de su
esposa poco después de las doce de la noche, sin haber visto nada anormal,
salvo las luces de las farolas del templo que estaban apagadas, cosa que le
extrañó porque nunca estaban así. Se dispuso a cenar en una habitación cuya
ventana da a las puertas del templo y poco después de la una se vio sorprendido
por el incendio 13. La primera persona que advierte el fuego es el
joven Teodoro García Moreno, que venía andando por la calle Duque Cornejo y al
salir a la plaza de San Julián ve las llamas, ante lo cual comienza a dar voces
de auxilio, golpea en la puerta de la casa número 10 de la Plaza de Moravia,
desde donde se avisa telefónicamente al servicio de bomberos y finalmente acude
al puesto de la Guardia Civil en la Macarena, al frente del cual estaba el
sargento José Rebollo. Antes de las dos de la madrugada se encontraba todo el
dispositivo de seguridad desplegado, así la Guardia Civil se encarga de
contener a los vecinos y curiosos y los bomberos que llegaron con una gran
celeridad, tirando abajo la puerta principal y la de la plaza de Moravia para
intentar aplacar la fuerza de las llamas 14. A la llegada del cuerpo
de bomberos al lugar del siniestro se encontró con que las bocas de riego más
cercanas a la iglesia, se encontraban obstruidas con piedras, por lo que en un
principio tuvieron que utilizar unas que estaban más alejadas 15.
El sacristán se despertó violentamente
tras oír la llamada de la campanilla, pensando en un principio que era alguien
que necesitaba recibir los sacramentos, aunque pronto se da cuenta de la
catástrofe que se produce en el templo, disponiéndose primeramente a salvar a
su esposa y tres hijos, que dormían profundamente y llevándolos apresuradamente
al Asilo de San Cayetano. Regresó a la iglesia intentando entrar pero ya en
estos primeros momentos del fuego era imposible por su voracidad y gran
cantidad de humo, por lo que va a la sacristía y se dedica a salvar los vasos
sagrados y ornamentos de culto, llevándolos a San Cayetano. Las voces de los
vecinos despiertan y advierten sobre el suceso al señor cura párroco, don
Ismael Delgado Rasco, que vivía en la calle Juzgado, 5. A la llegada al templo,
el párroco se dispuso a salvar el archivo parroquial y el manto de la Virgen de
la Hiniesta, que se guardaban en la Sala de la Sacramental, encima de la
sacristía 16.
Según todos los primeros indicios
el fuego comenzó por la puerta de la iglesia que daba a la plaza de Moravia,
debido al mal estado en que se encontraba, aunque muy pronto se pudieron
apreciar que ardían todos los altares y poco después de las dos de la madrugada
el techo empezaba a desplomarse 17.
Pasadas las cinco y media de la
madrugada y debido a que se empezó a controlar una parte del incendio, el padre
Sebastián de Ubrique, guardián del convento de Capuchinos, que había acudido a
San Julián levantado por el revuelo que había en todo el barrio, consiguió con
la ayuda de unos bomberos salvar las sagradas formas que se encontraban en el
sagrario de la capilla sacramental, así como la imagen de la Inmaculada
Concepción que presidía dicha capilla. A las siete de la mañana el fuego quedó
muy reducido debido a que la techumbre había caído casi en su totalidad y tan
sólo quedaban pequeños focos que se fueron apagando en las horas sucesivas,
aunque hay constancia que hacia las diez y media de la mañana todavía existían
zonas con fuego 18.
Como hemos referido anteriormente
la Hermandad perdió la mayor parte de su patrimonio, así fueron pasto de las
llamas las imágenes titulares, la Virgen de la Hiniesta dolorosa, la imagen
gloriosa y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte que remataba el magnífico
altar mayor de San Julián. Estas dos últimas imágenes eran propiedad del
marqués de la Granja. Se llevaron al patio del cercano convento de San Cayetano
los restos carbonizados de las imágenes y allí fueron examinadas por los
miembros de la Junta de Gobierno. Por lo que respecta a los pasos, se perdieron
las dos parihuelas, el techo de palio y el canasto del paso de Cristo, así como
algunas insignias, y enseres de culto interno como alfombras, candeleros,
jarras y dalmáticas. De la iglesia no se salvó ningún altar, todos quedaron
destruidos y tan sólo se pudo rescatar el archivo parroquial, algunos
ornamentos de culto y algunas lámparas de plata del altar mayor que no estaban
colocadas. También se salvó de la destrucción la pila bautismal y las vidrieras
de los tres ventanales circulares de la fachada principal. Los enseres que la
Hermandad guardaba en la Sala de la Sacramental pudieron recuperarse y
restaurarse, así las bambalinas, el manto, algunas insignias, como el senatus,
las bocinas, etc, los respiraderos del palio y sus faldones y los respiraderos
del paso de Cristo quedaron a salvo. La única imagen que se pudo recuperar de
la iglesia, como se citó anteriormente, fue la Inmaculada Concepción que
presidía la capilla sacramental. La Hermandad por otra parte tenía un seguro de
accidentes, aunque el mismo cubría un porcentaje muy pequeño del patrimonio,
estando exentas las imágenes titulares 19.
Reacciones al incendio
Desde un primer momento todo el
vecindario quedó conmocionado por la noticia, se pudieron ver las caras de
espanto, llantos y gritos de lamentación de numerosos vecinos por lo ocurrido,
así como voces de condena para los autores de ese crimen contra la cultura. Era
una opinión generalizada por los habitantes del barrio de San Julián, que el
incendio fue provocado, así comentaban el hecho de que estuvieran apagadas las
farolas, que las bocas de riego estuvieran obstruidas y se hacían eco de
rumores y comentarios oídos la tarde anterior y la misma noche del incendio. La
tarde del jueves 7 de abril se celebró una ceremonia de toma de dichos en las
dependencias de la parroquia y a la salida de los novios y de sus familiares y
amigos, un joven que estaba en la calle dijo que sería "la última toma de
dichos que habría en San Julián".
Por lo que respecta a la
autoridad eclesiástica, representada en el párroco de San Julián, don Ismael
Delgado Rasco, desde que fue entrevistado por los periodistas en su casa no
dudó en manifestar su creencia de que el incendio fue provocado. Él
personalmente se encargaba todos los días de quitar el conmutador eléctrico y
declaró ante el juez que incluso las lámparas de aceite las había apagado días
antes, ya que la calidad del producto era mala y en previsión de que pudiera
producirse un incendio las apagó. El señor cura párroco estuvo en un primer
momento rescatando el archivo parroquial y otros enseres, pero debido a la
impresión de lo sucedido tuvo que marcharse para su casa y guardar cama. Una de
las primeras visitas que recibió el párroco en su casa fue la de su coadjutor y
responsable de la filial de Santa Marina, don Eduardo Parada Agüera, para darle
informe de los últimos trabajos efectuados por los bomberos y para pedirle
permiso para comunicar la noticia al cardenal arzobispo de Sevilla, Eustaquio
Ilundáin, que recibió la noticia afectadísimo, personándose en la tarde del
mismo 8 de abril en el templo y viendo los destrozos en el templo 20.
Las autoridades civiles de la
ciudad, representadas por don Vicente Sol Sánchez y don José González y
Fernández de la Bandera, como gobernador civil y alcalde de Sevilla,
respectivamente, mostraron en un primer momento, cautela ante las causas del
incendio, aunque en el caso del gobernador civil, pronto dio como teoría
probable la del accidente fortuito. A las once de la mañana el señor alcalde
junto con el concejal delegado de incendios, don Enrique Jiménez González, se
personó en el templo y pudo comprobar los efectos producidos por el incendio,
condenando el hecho y lamentando que Sevilla perdiera la riqueza indiscutible
que tenía esta histórica iglesia, posteriormente pasó a la casa del cura
párroco para hablar con él y preocuparse por su estado de salud. De las
posibles causas, no quiso contestar a los periodistas y se limitó a decir que
la justicia lo esclarecería convenientemente. El día del incendio, el gobernador
civil se encontraba de viaje en Madrid y sería el señor Alejandro Maroto,
secretario particular del mismo, el que diera las primeras declaraciones
oficiales, manifestando que había informado puntualmente por teléfono al
gobernador y que la policía se encontraba elaborando un informe, por lo que
"era muy aventurado el asegurar que había sido intencionado". Al día
siguiente a este triste acontecimiento, regresa a Sevilla el gobernador,
Vicente Sol, que declara que su sentimiento se une al del pueblo sevillano.
Remite una información más completa a la conclusión de los distintos estudios
que realizaban los técnicos y policía, aunque según palabras textuales y
refiriéndose a un informe preliminar dice que "se desprende la
consecuencia de que el fuego ha sido casual". El señor gobernador
aprovechando la ocasión de hacer estas manifestaciones a los periodistas,
comenta que va a tomar medidas legales en contra del periódico La Unión, por su
campaña parcial para "combatir políticamente al régimen", pidiendo al
fiscal general de la República que actuara. Pocos días después fue requisada la
tirada del periódico, sobre todo por el artículo de opinión titulado "A
pesar de los pesares", dentro de la sección "Retablo político",
publicado el día 9 de abril de 1932. Días después del incendio el gobernador
había ordenado al ingeniero jefe industrial de la provincia, al jefe de
bomberos, arquitecto municipal e ingeniero del servicio de aguas, que
efectuasen respectivos informes para esclarecer los hechos y contestó que se había
comprobado como tan sólo había una farola apagada la noche del incendio, así
como que las bocas de riego no estaban obstruidas como se había publicado en
los medios de comunicación. También dijo que la instalación eléctrica de San
Julián se encontraba en un estado pésimo, con los hilos que colgaban de las
vigas, sujetas con clavos y sin aisladores.
La misma tarde del incendio, en
unos de los pasillos del Congreso de los Diputados, donde se estaba discutiendo
el estatuto de autonomía de Cataluña, los periodistas le preguntan a don Manuel
Azaña Díaz, presidente del gobierno, sobre el suceso del incendio de la
parroquia de San Julián, a lo que responde que "hay pruebas suficientes
que permiten asegurar que el incendio de la parroquia de San Julián, de Sevilla,
ha sido puramente casual." La repercusión como podemos apreciar fue grande
no sólo en la ciudad sino en el resto del país 21.
Para continuar con las reacciones
al incendio de San Julián no podemos dejar de referir el polémico y bronco
pleno del Ayuntamiento de Sevilla el sábado 16 de abril de 1932, cuando
interviene el señor Blázquez Bores, del partido de concentración monárquica, y
lamenta el incidente ocurrido en San Julián, manifestando su más enérgica
protesta en caso de que se demostrara su intencionalidad, pidiendo también que
el Ayuntamiento tomara un acuerdo en este sentido, siguiendo el deseo de la
mayoría de los sevillanos. Interviene en esos momentos el señor Carretero
Rodríguez, del partido socialista, y dice que el Ayuntamiento no puede tomar
acuerdos, pues el hecho ha sido casual, y así lo confirmaron las autoridades,
siendo obra de "comadronas y chismorreo callejero todo comentario en otro
sentido". Se continúa el pleno alegándose, por parte del señor Blázquez
Bores, que también las Academias han protestado por el incendio, a lo que el
señor Carretero Rodríguez contesta que "las Academias están llenas de
cavernícolas y de idiotas". Sale al paso de estas declaraciones el señor
Beca Mateos, también del partido de concentración monárquica, que increpa al
señor Carretero, diciéndole que "las Academias son tan respetables como su
señoría". También interviene el señor Bermudo Barrera, del partido de
concentración monárquica, que comenta como ha enviado al señor presidente del
gobierno de la República, un telegrama de protesta ya que tiene la presunción
de que fue intencionado. Recrimina al señor Carretero, los insultos que había
proferido anteriormente y le exige respeto y consideración a los presentes.
El
señor alcalde que se había ausentado unos minutos, vuelve a la presidencia del
pleno, y toma la palabra diciendo que el señor Blázquez Bores tan sólo debería
haber lamentado el siniestro pero la protesta no cabía. Finalmente éste comenta
que su protesta es tan sólo en caso de que se demuestre la premeditación del
hecho y el alcalde le contesta que se está investigando pero que hasta el
momento se cree que es casual. El tono empleado por unos y otros concejales es
violento y tenso, en relación al tema del incendio y cuando el señor Fernández
Egocheaga, del partido socialista entra en el debate, el escándalo en la sala
es tremendo, ya que dice que "nadie que ame a la República ha podido ir a
incendiar el templo", rematando la frase diciendo que "si alguna mano
ha incendiado la iglesia, han sido manos clericales". El revuelo es tal
que la policía tiene que expulsar de la sala al público y el alcalde no puede
callar a los concejales que están enfrentándose con protestas y quejas muy
enérgicas 22.
Fueron numerosísimas las muestras de condena y lamento
por el incendio de San Julián, por parte de partidos políticos, instituciones y
particulares. El mundo del arte en nuestra ciudad siempre estuvo en la creencia
de que el fuego había sido intencionado y pidió que se encontraran a los
responsables. Hubo numerosas muestras de apoyo a la Hermandad y de iniciativas
para reconstruir el patrimonio de la misma, principalmente en el caso de las
imágenes titulares.
Para finalizar con las reacciones
citaremos las de los hermanos de la Hiniesta y de la actitud que tomó la
Hermandad ante esta adversidad. Desde un principio la desolación, como es
lógico, fue muy grande entre los componentes de la Hermandad, así el señor
Carrasquilla Rodríguez, consiliario de la Hermandad entre sollozos comentaba la
catástrofe tan grande que se había producido. Ante las preguntas de los
periodistas no podía casi hablar, puesto que una y otra vez volvía a llorar.
También pensaba que todos los indicios hacían pensar que fue provocado a pesar
de no tener ninguna amenaza por parte de nadie, "éramos pocos hermanos,
pero bien avenidos, y todos enamorados de su Hermandad". El señor Hevia,
fiscal de la Hermandad decía muy gráficamente que "aún estoy
atontado". También casi sin poder articular palabras, no sabía que pensar,
aunque parecía que si había sido intencionado. El señor Hevia comentó a los
periodistas que cuando comenzó la época de la quema de conventos, propuso en
cabildo de oficiales a sus compañeros de la Junta de Gobierno, repartirse los
enseres de mérito para guardarlos y vigilarlos más de cerca. Esta propuesta
tuvo aceptación incluso por el cura párroco, aunque le pareció excesivo el
sacar las imágenes titulares de la iglesia, cosa que también propuso y
finalmente se desestimó la propuesta. La misma tarde del incendio, a las cinco
de la tarde se reunió la Junta de Gobierno en el convento de San Cayetano para
tratar la situación en que se quedaba la Hermandad 23. El lunes 11
de abril la Junta de Gobierno visitó al señor cardenal arzobispo para
comunicarle los acuerdos del cabildo de oficiales, así se le comentó que se
había salvado el simpecado granate, bordado en oro con la imagen de Nuestra
Señora de la Hiniesta, y se colocaría en un altar para recibir solemnes cultos,
mientras se hacía una nueva imagen dolorosa.
La Hermandad había pensado en
hacer una suscripción pública para reconstruir pasos y enseres y tenía pensado
guardar la imagen carbonizada de la Virgen de la Hiniesta como una reliquia en
la Sala Sacramental 24.
Investigación policial,
autores, detención y juicio
El mismo día 8 de abril se
personó el juez de la Magdalena, don Leandro Martínez López, con su secretario,
don Antonio Téllez Nieto y el oficial don Carlos Barrios, para proceder a
instruir diligencias, examinando el edificio siniestrado. Tomó declaración al
señor sacristán, Manuel Castro García, al señor cura párroco, Ismael Delgado
Rasco 25. La policía por su parte comenzó a hacer investigaciones en
el barrio de San Julián y las casas contiguas al templo destruido, bajo la
supervisión del señor comisario jefe de vigilancia, señor Ramos Bazaga. Se
formaron dos brigadas distintas de investigación que desde el 11 de abril
estaban investigando las causas de lo ocurrido 26. Las pesquisas
policiales dieron su fruto en un periodo inferior a los tres meses,
concretamente el día 1 de julio, fueron detenidos dos hombres que declararon
tras la detención su autoría. Los agentes que los detuvieron fueron Emilio Ruiz
Losa e Ignacio del Castillo Navas, que tras un proceso minucioso por el barrio
de San Julián, pudieron dar con los autores materiales del incendio. Tuvieron
muchas dificultades para encontrarlos, debido a que les desconcertaba mucho el
hecho de que infiltrados por el barrio siempre se hablaba de ellos en femenino,
es decir, se hablaba de "ellas", por lo que hasta que no descubrieron
que se trataba de dos personas homosexuales, no dieron con la certeza de las
personas que buscaban 27.
Los detenidos fueron Rafael
García Aguilar, apodado como Custodia Romero o La Pinocha y Antonio Lagares
Binot, apodado como María Alba o La Bizca. Estos dos vecinos del barrio de San
Julián, declararon ser autores del incendio de San Julián, así como del intento
frustrado de incendiar el convento de Capuchinos, la parroquia de San Gil y los
domicilios particulares del cura párroco de San Julián y del guardia de asalto
en la plaza de Santa Lucía, todos ellos posteriores al incendio de San Julián.
Rafael García Aguilar había nacido el 21 de agosto de 1915, siendo bautizado el
12 de diciembre del mismo año en la iglesia filial de Santa Marina, por el
Rvdo. P. Antonio Cía Moreno. Por tanto cuando se produjo el incendio tenía 16
años. Antonio Lagares Binot nació el 12 de noviembre de 1913, siendo bautizado
por el cura párroco de San Julián, don Ismael Delgado Rasco, el 23 de noviembre
del mismo año en San Julián. Cuando ocurrió el incendio tenía por tanto 18
años. Como curiosidad podemos aportar el dato de que Antonio Lagares fue
confirmado en la parroquia de San Julián por el arzobispo de Sevilla don
Eustaquio Ilundáin y Esteban el 26 de abril de 1922 28. Ambos
cursaron estudios en el un colegio de la calle Alcántara y en los Salesianos.
Declararon que fueron autores del incendio y que no obedecían órdenes de nadie.
La iglesia había que quemarla "porque sí", esa era la respuesta que
daba insistentemente Rafael García que se inculpó como autor material, ya que
Antonio Lagares le dijo que él no incendiaría San Julián, aunque fue el que le
aportó el dinero suficiente, diez céntimos, para comprar la gasolina en una
droguería de la plaza de San Julián, ya que Rafael tan sólo tenía 15 céntimos.
El precio de la gasolina ascendió a un real, es decir a una cuarta parte de una
peseta. Según declaración de Rafael García, cuando prendió el fuego por la
puerta de Moravia salió corriendo y se marchó a su casa en la calle San
Hermenegildo, 16 y lo presenció desde la azotea 29.
Para concluir este apartado decir
que nunca se pudieron demostrar realmente la existencia de más autores
materiales o intelectuales en el incendio de San Julián. Se celebró juicio y
las conclusiones del fiscal, resumidamente fueron las siguientes:
1) Que el procesado Rafael García
a las dos de la madrugada del día 8 de abril de 1932 echó gasolina por una
grieta de una de las puertas del templo y que el otro procesado Antonio
Lagares, facilitó el dinero para comprar la gasolina. Los daños en el templo
fueron tasados en 4.000.000 pesetas (24.040,48 €) y los causados a la Hermandad
de la Hiniesta, como residente en el mismo, en 4.000 pesetas (24,04 €)
2) Los hechos fueron
constitutivos de un delito de incendio, siguiendo el artículo 539, apartado 1º
del Código Penal de 1932.
3) Los procesados son
responsables en concepto de autores.
4) Al ser menor de edad, Rafael
García, tuvo la circunstancia atenuante tercera del artículo 9º del Código
Penal y el agravante de nocturnidad, apartado 12 del artículo 10º para los dos.
5) La pena que procedía para
Rafael García, era de trece años, cuatro meses y un día de reclusión menor y
para Antonio Lagares dieciséis años, ocho meses y un día de reclusión menor, y
para ambos accesorias, costas e indemnización solidaria a la Iglesia católica
de 4.000.000 pesetas (24.040, 48 €) y a la Hermandad, 4.000 pesetas (24,04 e).
Finalmente vista la causa los
procesados fueron absueltos 30.
V. Conclusión
Han pasado ochenta y un años
de aquel incendio y aún en nuestros días, a pesar de todos los datos aportados
por esta investigación que llevamos a cabo desde hace tiempo, hay algunos
aspectos que no han sido aclarados y que posiblemente nunca sabremos con
certeza. Este trabajo es un resumen de toda la recopilación que hacemos en
estos momentos y que está casi concluida. El incendio de la parroquia de San
Julián fue un episodio lamentable para la historia de la Hermandad y para la
historia del arte y la cultura en general. Es una muestra de las miserias
humanas, llevadas a su más alto exponente. Ninguna idea política, religiosa o
social justifica la realización de estos crímenes contra el patrimonio cultural
de una ciudad. Es preciso ser ecuánimes e intentar no dejar guiarnos por los
sentimientos subjetivos que tenemos al formar parte de esta querida Hermandad,
pero lo que no podemos hacer es cerrar los ojos a los hechos que son tal y como
los hemos contado. El ambiente realmente convulso de la II República española,
no era el más adecuado para los cofrades y sus Hermandades, y por extensión
para los católicos, y el incendio de San Julián es una desgraciada muestra.
NOTAS:
1 Hemeroteca Municipal de
Sevilla. La Unión. 10 de Abril de 1927. "Lo que estrenan las
Cofradías"
2 H. M. S. El Liberal. 3 de Abril
de 1928. "Semana Santa. Domingo de Ramos"; El Noticiero sevillano. 3
de Abril de 1928. "La Semana Santa"; La Unión. 10 de Abril de 1927.
"Lo que estrenan las Cofradías"
3 H. M. S. El Correo de
Andalucía. 24 de Marzo de 1929. "Domingo de Ramos"
4 H. M. S. El Noticiero
sevillano. 15 de Abril de 1930. "La Semana Santa"
5 H. M. S. El Liberal. 29 de
Marzo de 1931. "Las Cofradías de esta tarde"
6 H. M. S. El Correo de
Andalucía. 9 de Abril de 1932. "Las iglesia de San Julián es un montón de
escombros"
7 H. M. S. La Unión. 9 de Marzo
de 1926. "Boletín religioso. En San Julián"; El Noticiero sevillano.
15 de Marzo de 1927. "En la iglesia de San Julián. En honor de la Virgen
de la Hiniesta"; El Correo de Andalucía. 20 de Marzo de 1928. "Guía
del Capillita"; La Unión. 28 de Marzo de 1930. "Boletín religioso. En
San Julián"; La Unión. 5 de Marzo de 1931. "Boletín religioso. En San
Julián".
8 H. M. S. El Noticiero
sevillano. 27 de Marzo de 1928. "La Hermandad de San Julián"; El
Noticiero sevillano. 15 de Marzo de 1927. "En la iglesia de San Julián. En
honor de la Virgen de la Hiniesta"
9 H. M. S. El Correo de
Andalucía. 9 de Abril de 1932. "Las iglesia de San Julián es un montón de
escombros"
10 H. M. S. El Noticiero
sevillano. 16 de Marzo de 1926. "Un banquete"; Guía oficial de
Sevilla y su provincia. 1932. Pag. 738.
11 H. M. S. La Unión. 9 de Marzo
de 1926. "La infanta en San Julián"; La Unión. 14 de Abril de 1930.
"Las Cofradías de ayer"
12 H. M. S. El Liberal. 12 de
Marzo de 1931. "Los cultos de la Hermandad de la Hiniesta"
13 H. M. S. El Noticiero
Sevillano. 9 de Abril de 1932. "El incendio que ha destruido totalmente el
templo de San Julián"
14 H. M. S. El Correo de
Andalucía. 8 de Abril de 1932. "Última hora: un violento incendio destruye
totalmente la iglesia parroquial de San Julián"; El Noticiero Sevillano. 8
de Abril de 1932. "Un violentísimo incendio destruye totalmente la iglesia
de San Julián"; La Unión. 9 de Abril de 1932. "El templo de San
Julián destruido".
15 H. M. S. El Noticiero
Sevillano. 9 de Abril de 1932. "El incendio que ha destruido totalmente el
templo de San Julián"
16 H. M. S. La Unión. 9 de Abril
de 1932. "El templo de San Julián destruido"
17 H. M. S. ABC. 8 de Abril de
1932. "La iglesia parroquial de San Julián quedó destruida por un violento
incendio en la madrugada de hoy"; El Liberal. 8 de Abril de 1932. "En
la madrugada última se declara un violentísimo incendio en la iglesia de San
Julián"
18 H. M. S. El Noticiero
sevillano. 9 de Abril de 1932. "El incendio que ha destruido totalmente el
templo de San Julián"; El Correo de Andalucía. 9 de Abril de 1932.
"La iglesia de San Julián es un montón de escombros"; Calvario. 1952.
"1932-1952…Veinte a os después. El incendio del templo de San Julián visto
por un abogado". Interesante artículo firmado por Luís Joaquín Pedregal
sobre el incendio.
19 H. M. S. La Unión. 9 de Abril
de 1932. "El templo de San Julián destruido"; El Correo de Andalucía.
8 de Abril de 1932. "Un violentísimo incendio destruye totalmente la
iglesia de San Julián". Por comparación de fotografías anteriores y
posteriores al incendio hemos podido concretar los enseres que realmente se
salvaron de la acción del fuego.
20 H. M. S. ABC. 9 de Abril de
1932. "Después del incendio del templo parroquial de San Julián"; El
Correo de Andalucía. 9 de Abril de 1932. "La iglesia de San Julián es un
montón de escombros"
21 H. M. S. El Noticiero
sevillano. 9 de Abril de 1932 y 12 de Abril de 1932. "El incendio que ha
destruido totalmente el templo de San Julián" y "Del incendio de la
iglesia de San Julián"; La Unión. 9 de Abril de 1932. "Gobierno
Civil", "El incendio de San Julián en Sevilla"; El Correo de
Andalucía. 12 de Abril de 1932. "Los que harán el informe del incendio de
la iglesia de San Julián"
22 H. M. S. La Unión. 17 de Abril
de 1932. "El cabildo municipal de ayer"; (A)rchivo (H)histórico
(M)unicipal de (S)evilla. Sección X. Actas Ayuntamiento. Caja 77. Folios 165 y
190.
23 H. M. S. La Unión. 9 de Abril
de 1932. "El templo de San Julián destruido"
24 H. M. S. El Liberal. 12 de
Abril de 1932. "Los cofrades de la Virgen de la Hiniesta visitan al
cardenal Ilundáin"
25 El Correo de Andalucía. 9 de
Abril de 1932. "La iglesia de San Julián es un montón de escombros"
26 ABC. 9 de Abril de 1932.
"Después del incendio del templo parroquial de San Julián"; El
Noticiero sevillano. 13 de Abril de 1932. "Sobre el incendio de la iglesia
de San Julián"
27 H. M. S. La Unión. 2 de Julio
de 1932. "El incendio de la iglesia de San Julián"
28 Archivo Histórico de la
Parroquia de San Julián. Libro de bautizos. Tomo 17 (San Julián), folio 187 y
tomo 21 (Santa Marina), folio 133.
29 H. M. S. La Unión. 2 de Julio
de 1932. "El incendio de la iglesia de San Julián"; El Liberal. 2 de
Julio de 1932. "La policía detiene a dos muchachos que se acusan de ser
los autores del incendio de la iglesia de San Julián"
30 H. M. S. Calvario. 1952.
"1932-1952.Veinte años después. El incendio del templo de San Julián visto
por un abogado"
Texto: EMILIO JOSÉ BALBUENA ARRIOLA
Fotos: FOTOTECA MUNICIPAL DE SEVILLA y FOTOTECA DEL LABORATORIO
DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
© Consejo General de HH. y CC.de
la Ciudad de Sevilla