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martes, 10 de marzo de 2015

Entre la Ciudad y el Incienso: El Nazareno del Alcázar Viejo


Blas Jesús Muñoz. Camina entre los muros nucleares de su propia historia. Es un paso firme, decidido en busca de la ciudad que lo reconoce. Una zancada ancestral de siglos repetidos, entre recuerdos y rogativas, entre letanías y vigilias, entre procesiones alumbradas en una atmósfera especial y genuina.

El Señor de Pasión camina por el Alcázar Viejo entre las calles que son suyas. El Nazareno que se agarra más fuerte a la Cruz de su barrio para mostrar a Córdoba cuánto es, pues es suya cuando la tarde deja caer sobre su túnica el aire limpio que construye una geografía caliza, de arcos y muros que edifican el azul, la luz proyectada en sus manos que acarician y prenden.

El Nazareno del Alcázar viejo retoma sus pasos, desde la Catedral a su barrio cuando cae la noche y ya nada parece igual. Parecen siglos distintos. Tonalidades crepitantes en la penumbra de un farol a mitad de la estrechez de cualquier calleja. El Nazareno del Alcázar Viejo mira al caminante que se ha detenido a contemplarlo, imprecado por su paso certero. Y se miran, en mitad de la noche, descubriendo el código secreto que se dilucida cada Miércoles Santo.












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