Allá por 2013, D. Rafael Díaz Palacios, capataz sevillano,
en una tertulia comentaba que se estaba “matando a la gallina de los huevos de
oro” en referencia a las normas, cortapisas y excesivo control que según su criterio se estaban introduciendo
por las diferentes juntas de gobierno sobre capataces y costaleros.
Han sido muy
nombrados los estatutos o regímenes internos publicados recientemente por
hermandades de la ciudad vecina y que parecen haber abierto una nueva corriente
en esta nuestra ciudad, bien es sabido que la idiosincrasia Cordobesa es
diferente de la sevillana y que las realidades de nuestras hermandades son bien
distintas, desde mi humilde opinión.
Quizás por altas miras o por adelantarnos al futuro o por no ser menos que las hermandades
sevillanas, ya tenemos servido en bandeja de plata un estatuto en líneas
similares en nuestra ciudad. No crean que esto de los regímenes internos para
costaleros y capataces es algo nuevo, pues hace ya años que grandes hermandades
cordobesas poseen estatutos y regímenes internos con normativas que recogen al
detalle aspectos sobre el mundo del costal, tales como: compostura,
uniformidad, obligaciones y deberes de los miembros de sus cuadrillas y de los
cuerpos de capataces. Estos estatutos y
su paso a un documento escrito no fueron más que el reflejo en papel de unas
formas de trabajo de años que ya se venían realizando con total normalidad.
La diferencia llega
cuando se legisla hasta el punto en que los encargados de portar a nuestros
titulares y los encargados de guiar a esas cuadrillas quedan reducidos al
mínimo exponente, siendo las juntas de gobierno las que albergan todo poder.
Puedo entender que
grandes hermandades sevillanas, deban y puedan legislar aspectos tales como la
edad de sus costaleros, pues allí hay mucho donde escoger, siendo habitual
estar en lista de espera años para poder acceder a sus cuadrillas, ya que al aumentar
la esperanza de vida y mejorar la forma física de los costaleros, es habitual
que bajo sus trabajaderas se eternicen miembros de las cuadrillas, privando de
oportunidades a nuevos aspirantes, pero ¿es esta la realidad de Córdoba?
En vísperas de una Semana Santa intensa, con muchos cambios
por hacer y por llegar, esperemos que la gallina sobreviva aunque sus huevos no
sean de oro.
Manuel Orozco Estrada
Foto Álvaro Córdoba