Carlos Lara y Luís Miguel Carrión: Dos desafíos excepcionales para dos capataces excepcionales

Carlos Gómez. Cada vez que se traspasa la frontera imaginaria entre la Nochevieja y el Año Nuevo, de manera natural, el ser humano se plantea una serie de desafíos que han de guiar sus pasos en el devenir cotidiano cuyo sendero se comienza a recorrer desde el mismo momento en que concluyen las campanadas de la Puerta del Sol, o cualesquiera otras que cada cual elija para materializar el rito. El universo cofrade no escapa lógicamente a esta premisa, como parte que es de la vida de muchos seres humanos, y cada año, en muchos ámbitos, se plantean retos que de un modo u otro y con mayor o menor intensidad marcan el futuro inmediato de hermandades y sus personajes, incidiendo de manera notable en la actividad que desarrollan y en la forma en que lo hacen.

Así, con la mirada puesta en la inminente Cuaresma que lentamente comienza a presumirse en la lejanía, bandas, priostes, costaleros, capataces… escriben con letras de oro su particular desafío, aquél que habrán de superar para convertir el objetivo en reto cumplido. A mayor desafío mayor logro, y algunos de ellos no están al alcance de cualquiera. Es el caso de dos capataces de Córdoba que afrontan este incipiente 2017 con dos difíciles empresas que habrán de acometer después de haber aceptado asumir la propuesta realizada por dos juntas de gobierno. Dos capataces contrastados, con una capacidad innata y una calidad fuera de toda duda, cuyos destinos se han entremezclado por obra y gracia de un llamador y sobre quienes convergerá buena parte de la atención informativa y del interés mediático en las próximas semanas.

Conocedores de que en el mundo de los martillos, como ocurre en el deporte de élite, el pasado se olvida rápidamente y solamente importa el presente, Carlos Lara y Luís Miguel Carrión encaran 2017 con el objetivo de alcanzar el éxito al frente de las cuadrillas de Nuestro Padre Jesús del Calvario y María Santísima de la Trinidad respectivamente. Protagonistas de las noticias que más interés han despertado en la ciudad de San Rafael, de cuantas se han producido alrededor del mundillo de capataces y costaleros, ambos se enfrentan a una dura prueba en la que habrán de demostrar, como han venido haciendo a lo largo de toda su trayectoria, que estamos ante dos de los capataces más importantes de la Córdoba Cofrade.

En el caso de Carlos Lara, tras su nombramiento como capataz del primero de los pasos de la Cofradía del Calvario el pasado mes de noviembre, le ha tocado hacerse con uno de los martillos más complicados de los últimos tiempos. No en vano la rotación en el puesto ha sido mucho mayor de lo que esperaban los actuales rectores de la corporación del Miércoles Santo quienes tras prescindir de la figura de Fernando Chiachio, tras dos décadas al frente de la cuadrilla del Nazareno de San Lorenzo, nombraron a Rafael Zaldiernas para que asumiera la dirección de los costaleros del Señor. Sin embargo, Zaldiernas dimitió de su cargo apenas dos años después de su nombramiento, evidenciando la dificultad derivada del puesto y la complejidad del desafío que afronta Lara. La primera prueba de fuego fue la igualá que tuvo lugar el pasado 12 de diciembre, superada con un rotundo éxito, teniendo en cuenta de que hasta 80 hombres, dos cuadrillas, respondieron de manera masiva a la llamada, 40 procedentes de la cuadrilla de años anteriores del paso del Señor de la Hermandad del Miércoles Santo y otros 40 que hicieron acto de presencia para pedir sitio. Un resultado que satisfizo a un Carlos Lara que, en declaraciones concedidas a Gente de Paz, manifestó sentirse "muy contento e ilusionado" con este nuevo reto.

Precisamente con Carlos Lara se halla íntimamente relacionado el otro gran desafío de los capataces cordobeses en 2017. El nuevo capataz del Calvario fue indeseado protagonista de una de las destituciones más sonadas de cuantas se ha producido en Córdoba en los últimos tiempos, cuando la Junta de Gobierno de la Santa Faz optó por su sustitución al frente del llamador del paso de palio de María Santísima de la Trinidad después de toda una vida siendo el timonel de su velero. Un puesto para el que los máximos rectores de la hermandad eligieron a Luís Miguel Carrión, “Curro”, probablemente el más afamado capataz contemporáneo de Córdoba, con una trayectoria contrastada al mando de multitud de cuadrillas, que adicionalmente es responsable de los pasos de la Candelaria, el Señor Amarrado, el Cristo de Gracia, Gracia y Amparo y es capataz general de las Hermandades del Perdón y Sepulcro. Sin lugar a dudas una apuesta segura la realizada por los dirigentes de la corporación del Martes Santo, si bien es cierto que la excelente labor realizada por Carlos Lara al frente del Palio de la Reina de la Trinidad y una innegable respuesta social entre los miembros de la cuadrilla, no tanto por el nombramiento de Curro como por la destitución de su predecesor, convierten el reto en un difícil toro con el que el excelente capataz tendrá que lidiar tirando de sus múltiples e indiscutibles recursos.

De hecho ni la preigualá ni la igualá del pasado 16 de diciembre tuvieron, seguramente, la respuesta esperada ni en asistencia ni en ambiente. Circunstancia que, a buen seguro, el experimentado capataz sabrá revertir en el futuro. Su trayectoria impecable en este sentido auguran que será sobradamente capaz de sortear con solvencia el complicado desafío que ha decidido asumir, lo que en sí mismo evidencia su categoría; cualquiera no hubiese sido capaz de aceptar este reto, como cualquiera no habría sido capaz de hacerlo con el martillo del Calvario. De ahí que estemos ante los dos grandes desafíos de 2017, dos desafíos excepcionales que deberán superar dos capataces excepcionales. La forma en que uno y otro afronte y venza las dificultades que habrán de salvar, concitará la atención generalizada del mundo del costal en Córdoba en las próximas semanas. El reto se halla sobre la mesa y el destino por escribir.

Fotos Antonio Poyato