... yo siempre estuve a tu lado, como uno más en tu orilla de luminarias...; llegó tu medio siglo y supe que irías a la Catedral, a inicios de la Cuaresma, sin túnicas nazarenas anunciando tu llegada... y entonces, porque así lo decidiste, llamaste a mi puerta, y por vez primera, pude sentir el orgullo de ser uno más de tus cirineos... ¡hace tantas primaveras!....
Quise
saber qué se siente
bajo
tus trabajaderas...
amor
y sangre valiente,
pude
apreciar un torrente
de
eterna Paz que consuela
y
que impregnaba el ambiente,
con
emociones sinceras...
una
ilusión inconsciente,
gritos
de ¡al Cielo con Ella!...
quise
saber qué se siente
bajo
tus trabajaderas.
Te
alejas de Capuchinos
en
mis hombros costaleros;
con
paso humilde te has ido
caminas
por los senderos...
la Catedral por destino,
bajo
tus andas el Cielo;
Tú
eres quien causa el olvido
de
todos mis desconsuelos.
Soy
cirineo cautivo
de
mis preciados anhelos...
te
alejas de Capuchinos
en
mis hombros costaleros.
Un
torbellino de aromas
en
tardes de primavera,
hasta
tu encuentro se asoman
sueños
de grey cofradiera;
mientras, la Blanca Paloma,
como
una Madre que espera
en
su trono de Señora...
Dulcísima
Centinela;
hasta
que vuelen las horas
su
corazón está en vela...
un
torbellino de aromas
en
tardes de primavera.
Yo
trabajo en tu regazo
por
darte Gloria Dios Mío;
cayó
la noche y tu paso
avanza
por el gentío...
no
me fatiga el ocaso
si
Tu me das poderío
para
llevarte en mis brazos
hasta
volver a tu nido,
donde
tu Madre esperando
te
sueña allí en Capuchinos...
yo
trabajo en tu regazo
por
darte Gloria Dios Mío.
Guillermo Rodríguez
Guillermo Rodríguez