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martes, 11 de diciembre de 2012

Verde Esperanza: Ser cofrade no es tan difícil


No pretendo con estas líneas imponer ninguna idea o establecer ningún tipo de dogma, no soy nadie para ello. Sólo pretendo decir algunas cosas que pienso sobre lo que implica ser cofrade. Para ello, considero conveniente señalar antes lo que NO es ser cofrade.

No es de ser cofrade escudarte en las advocaciones de tu Hermandad para menospreciar a las demás. Muchos olvidan el significado del concepto “advocación”. No es ni más ni menos que la referencia a determinadas escenas de la Pasión de Cristo o de los distintos momentos por los que fue pasando su bendita Madre. Por ello, quienes van diciendo eso que tanto escuchamos de “Mi Cristo” es mejor que… o es “el mejor”, pueden resultar tan hirientes como ignorantes. No hay ningún Cristo mejor que otro, puesto que todos son el mismo, sólo que representando distintos misterios de la Pasión. Exactamente igual ocurre con las advocaciones marianas, cuando por ejemplo escuchamos eso de “La Reina de…(cualquier localidad)” (¿las demás advocaciones qué son?). Que cada uno tenga su Reina particular, pero que no intente imponérsela al resto. Este tema me daría para otro artículo, así que prefiero no extenderme mucho. Los que no son cofrades (ni tienen idea de lo que significa serlo) olvidan esto muy a menudo. Las distintas advocaciones son los puentes que Dios nos tiende para acercarnos a Él. Es ilógico intentar hacer una competición de las advocaciones.


No es de ser cofrade acordarte de que supuestamente lo eres los siete días pertinentes del año. Quien no se acerca a la Iglesia ni siquiera para estar un rato con sus imágenes, quien se pone el traje de cofrade a la par que el de chaqueta y la corbata, quien no es consciente de la riqueza que te aporta pertenecer a una Cofradía y participar en ella durante todo el año, no posee la esencia de ser cofrade, que no es ni más ni menos que tener en mente durante todo el año a su Hermandad.

No es de ser cofrade valorar solamente a la propia Hermandad obviando la riqueza que hay en toda la Semana Santa del propio pueblo. Es importante saber valorar y querer con toda tu alma a tu Cofradía, pero eso no significa que sólo tengas ojos para ella. Cada Hermandad tiene su encanto particular y merece ser estimado. No hay dos Hermandades iguales, la riqueza de la Semana Santa es esa, que cada una interpreta la Pasión de una manera, ni mejor ni peor, simplemente diferente. Esto es trasladable a valorar no sólo la propia Semana Santa, sino todas las demás. Me apenan aquellos que sólo conocen su propia Semana Santa, y no muestran el más mínimo interés por conocer a las demás. Hay tanta riqueza escondida en tantos lugares, que es muy triste que algunos ni se paren a asomarse –y hoy en día gracias a Internet esto es muy fácil – a los distintos lugares para echar un vistazo a su manera de vivir la Pasión.

No es de ser cofrade el idolatrar elementos secundarios de la Semana Santa como primarios. El ejemplo que se me viene a la cabeza es fácil: las bandas. Hay quienes creen que por escuchar de vez en cuando las dos o tres marchas más conocidas -las que “están de moda”- se puede llamar cofrade. O quienes, en una procesión, van detrás de la banda para escuchar sus marchas, sin dirigir ni siquiera media mirada hacia Jesús o su Madre. Otro ejemplo muy claro, quienes están más atentos a los cambios que hacen los costaleros bajo el paso, en lugar de prestar atención a los Sagrados Titulares. Es decir, los que se preocupan más de quien va debajo del paso que de quien va sobre él. Tampoco quiero ser excesivamente purista, el hecho de que nos guste mucho una banda, una marcha o el andar de una determinada cuadrilla, no significa que dejemos de ser cofrades. Me refiero a quienes ponen a todos esos elementos – secundarios desde mi punto de vista-  a la misma altura e incluso a veces por encima de otros mucho más importantes.


Como tampoco me quiero extender en exceso para no aburrir a nadie, quisiera concluir este texto con un apunte sobre lo que implica ser cofrade. Es cofrade quien antes de cofrade es cristiano, es imposible alterar este orden de una manera lógica. Sentir la necesidad de estar cerca de tu Cristo y tu Virgen, aunque no sea físicamente porque haya alguna razón que lo impida, no es sino la manifestación de nuestra fe. Cuando rezamos y se nos viene a la mente de inmediato la imagen de nuestros titulares, de alguna manera estamos cerca de ellos. Cofrade es quien sabe valorar lo que hay más allá de su Hermandad y de su Semana Santa, es más, verá favorecida su cultura cofrade quien se interese por conocer cómo se vive la Pasión de Cristo desde otras perspectivas. No hay una única manera de entenderla, ni hay maneras mejores ni peores, sólo diferentes. Es cofrade quien demuestra serlo durante los 365 días del año, y no sólo unos pocos días. Hay que saber disfrutar del encanto de la espera de la semana más bonita de todo el año. Cofrade es quien no ve en la Semana Santa otro motivo más para competir, sino más bien para compartir toda la riqueza que aporta algo tan maravilloso como las Hermandades, quien sabe que su Cristo y su Virgen son los mismos que los de su amigo del alma o de cualquier otro que ni siquiera conozca, aunque sea de otra cofradía. Cofrade es quien aprecia elementos inherentes a la Semana Santa, como costaleros, música, enseres o similares, sin olvidar que están en un plano secundario, y sabiendo que los importantes son Jesús y su Madre. Ser cofrade, no es tan difícil…

José Barea


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