La Archicofradía del Amor es por
historia y singularidad una referencia obligada de las cofradías de Sevilla.
Contemplar su salida procesional es por sí
sola una delicia de los sentidos, circunstancia que se ve reflejada en
su doble cortejo. La Virgen del Socorro preside en la actualidad un magnífico y
personalísimo paso de palio, aunque en tiempos pasados tuvo un palio de estilo
persa que la Semana Santa de la ciudad perdió y que es indiscutiblemente una
joya perdida, ya que no se puede contemplar cada Domingo de Ramos al bajar esta
dolorosa la rampa del Divino Salvador.
La Virgen del Socorro ha tenido a
lo largo de su historia diferentes palios, aunque no se tiene documentos
gráficos de ellos hasta el pasado siglo veinte. Con anterioridad existieron
varios palios según expone la historiadora Amparo Rodríguez Babío, ya que
distintos inventarios de la hermandad de los siglos XVII, XVIII y XIX así lo
atestiguan, aunque no se tiene constancia visual de ellos, ni siquiera una
somera descripción de los mismos, sólo la existencia de varas de palio o
enseres procesionales de este andas procesionales.
Desde el pasado siglo XX, esta
dolorosa que cierra los desfiles procesionales del Domingo de Ramos ha ido
entronizada bajo tres palios, todos ellos de gran valor artístico. El primero
de ellos, que se estrenó a principio de ese siglo y era obra del insigne
bordador Juan Manuel Rodríguez Ojeda. El palio perteneció a la hermandad del
Gran Poder y el manto a la Amargura. Éste último, en el que procesionó desde el
año 1905 a 1930 con la Virgen del Socorro, fue propiedad de Rodríguez Ojeda,
aunque fue bordado en el año 1890 por Joaquín Díaz. Posteriormente, la
hermandad estrenó el palio persa y tras este entre los años cincuenta y sesenta
estrenó el actual a juego con el manto (1957 el manto y en 1964 el palio),
diseñados ambos por Joaquín Castilla y ejecutado por la maestra del bordado
Concepción Fernández del Toro, que recibió la Medalla del Trabajo por su
ejecución en el año 1957. El palio tuvo la peculiaridad en su ejecución que fue
realizado en la propia casa de hermandad de esta corporación del Domingo de
Ramos.
El
palio persa
Este palio denominado persa por
su singular diseño, obra de José del Olmo, fue ejecutado en el sevillano
convento de las Adolatrices. Se estrenó en el Domingo de Ramos del año 1930 y
llamó poderosamente a la atención a los cofrades de la época por su personal
ejecución y dibujo.
Sus caídas caladas eran bastante
amplias para sus contemporáneas lo que le hacía tener un especial movimiento,
que se fundamentaba por los flecos que la remataban. Se usó para su confección
hilo de oro de gran calidad, realizado expresamente para en la Casa Calonge de
Sevilla. La estructura estética de estas bambalinas combinaban este estilo
persa pero entroncado con el barroco, más usual en los diseños de esta
tipología en nuestras cofradías.
Otra característica muy especial
de estas bambalinas fue la inclusión de bisutería decorativa o pedrería fina lo
que reflejaba destellos de varias tonalidades al contemplarlo, como por
ejemplo, el verde de las “esmeraldas” o el rojo de “rubíes”. Además a estos
brillos, poco usados en otros palios, hay que incluir el resplandor más intenso
del hilo de oro antes descrito al ser de mayor calidad lo que hacía que el paso
tuviera “luz propia”.
Durante los años que procesionó el palio persa
llevaba la dolorosa manto liso granate y tuvo el privilegio de ser el cielo en
los años 1937 y 1938 de un conjunto formado por la Virgen del Socorro y de la
imagen de San Juan Evangelista que en estos años al no procesionar el misterio
de la Sagrada Entrada a Jerusalén por desperfecto en su parihuela acompañó a
esta dolorosa.
En el año 1963 la corporación del
Amor vendía esta pieza artística única a la hermandad del Sagrado
Descendimiento de la localidad sevillana de Carmona. Fue indiscutiblemente una
joya perdida de la Semana Mayor hispalense, aunque gracias a Dios no se perdió
para siempre y hoy se puede admirar muy cerca de Sevilla capital.