Juan Perez. Lo llaman la muerte invisible. No se ve y se va respirando poco a poco hasta que te llega a las entrañas y el cáncer se apodera de tus células para acabar de una manera cruel con su víctima. Y esto es lo que les pasa a los niños bielorrusos desde la explosión de la central nuclear de Chernobyl en los ochenta.
Comenzó El Cachorro a acogernos cada verano (2001) y desde entonces más hermandades se han sumado (Las Cigarreras, Macarena, Cerro, Monte-Sión, Cena, Mortaja, Montserrat...) y han ayudado a salvar o alargar la vida de muchos niños gracias a la acogida de las familias.
Al Cachorro le valió la Medalla de Oro de Sevilla, pero saben que no es nada comparado con alargar en un año la vida de una persona por el simple hecho de respirar aire limpio. Y entre estos días 23 y 25, 121 niños llegarán a Sevilla para pasar más de cuarenta días y ganar tiempo a la muerte.
