Ustedes ya sabrán a estas alturas de la película lo del nuevo pifiazo que el ayuntamiento de Córdoba ha vuelto a perpetrar contra las cofradías. Ya saben: la financiación y publicación de una revista en la que un señor se ha despachado a su antojo atacando a las hermandades de la ciudad y, por extensión a las manifestaciones públicas de la doctrina católica. Este señor, a quien nosotros no le vamos a dar el gusto de citarle (y tampoco al panfleto en el que escribe), vuelve a lo de siempre: que si las molestias que ocasionan las hermandades, que si todos los días hay una procesión, que si hay que ver por qué se financia esto públicamente, que si la ciudad así nunca va a progresar porque está perpetuamente viviendo en la contrarreforma, etc. Es decir, lo de siempre. Lo que siempre ha venido a decir este individuo y la giliprogresía republicana y poco ilustrada de la ciudad. Oigan, que esto se denuncie y que las cofradías se manifiesten en contra y le den su correspondiente pescozón al consistorio está fenomenal. No obstante que estemos todos los días a bombo y platillo con lo mismo no tanto.
Porque al final lo que hacemos es contribuir a que este ciudadano, este camarada de discurso muy de Córdoba laica (o quizá sería mejor decir Córdoba anticatólica) consiga lo que busca: hacerse famoso y tener sus cinco minutos de gloria a NUESTRA costa. Igual que también SOBRA la respuesta en redes sociales al meritado personaje de algunos hermanos mayores utilizando un lenguaje más propio de barra de bar que del cargo que desempeñan. Craso error el que estos cometen a nuestro criterio. Yo entiendo que haya quien tenga que redundar donde no hay para que el chiringuito no se vaya a pique antes de casi haber empezado. Hasta ahí todo claro. Se ve que a algunos les fue tan bien denunciando la metedura de pata de Pedro García con el retuit del mensaje ofensivo contra las Angustias que entiendo que este nuevo capítulo de desamores entre ayuntamiento y cofradías lo hayan celebrado como el que encuentra una mina de oro. Pues enhorabuena, oye. Suerte y al toro. Pero les digo una cosa, amigos: flaco favor le hacen de fondo a las hermandades si todos sus enemigos se hacen tan conocidos a su costa a base de tanto martilleo. Denunciar los ataques a las hermandades está bien. Darle difusión todos los días a lo mismo cansa hasta al más pintado.
Marcos Fernán Caballero