Los que estaban con Él, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: "Señor, ¿usamos la espada?" Y uno de ellos hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. Pero Jesús dijo: "Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán. ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles?. Pero, ¿cómo se cumplirían las Escrituras si yo hiciera eso?". Y tocándole la oreja, lo curó.
Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: "¿Soy acaso un bandido para que vengáis con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas". Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron. Mateo 26, 50-56
Intentan maniatarte con la soga del silencio y la censura amarrando tus manos, creyendo en su ingente ignorancia que podrán detenerte y segar tu mensaje, desconociendo que tu voz es poderosa y florecerá tu semilla en la más inerte roca, para perdurar a lo largo de los siglos y alumbrar a generaciones enteras.
Prendido por el odio humano,
víctima de la intolerancia...
Jesucristo maniatado
por rencores e ignorancia.
Capturado fue el sueño
en que el amor sea dueño
del timón de nuestra barquilla,
y soporte la ira del viento
que a la humanidad castiga.
No fue el Imperio Romano
ni el Sanedrín el candado
que te encerró tras la reja,
sino el eterno pecado
que gobierna en esta tierra.
Guillermo Rodríguez
Recordatorio La Crónica: La luna fue testigo